Un equipo internacional de físicos y tecnólogos ha descubierto que, aparte del estado líquido del agua que conocemos, existe otro totalmente distinto, y que la transición entre uno y otro puede hacerse a gran velocidad, reporta este 20 de noviembre la revista Science.
La idea de que el agua pueda ser líquida en dos condiciones diferentes apareció hace aproximadamente 30 años en base a unos cálculos teóricos y un modelado computarizado. En teoría, el agua expuesta a un frío extremo podría convertirse en líquido, pero no el que observamos a temperatura ambiente.
En aquel entonces no era posible demostrarlo por vía experimental, porque el enfriamiento necesario para conseguirlo implica una cristalización del agua extremadamente veloz y era problemático registrar qué cambios experimentaba el líquido antes de que se congelara. La temperatura mínima a la que los científicos lograron mantener el estado líquido fue de -48º Celsius, mientras que el experimento que ha llevado a cabo ahora la Universidad de Estocolmo (Suecia) pudo evitar el congelamiento del agua a temperaturas aún más bajas.
Los rayos X permitieron apreciar en las muestras expuestas a estas condiciones tanto el líquido de baja densidad a baja presión como el líquido de alta densidad a alta presión. La densidad difería en un 20 % y el resto de propiedades era también divergente, algo que hace pensar a los investigadores que estos dos líquidos tan distintos no se mezclarían si estuvieran en un mismo recipiente, sino se mantendrían separados, igual como pasa con el aceite y el agua (común)
Mientras tanto, el paso de la fase densa a la de baja densidad (es decir, la descompresión), sucedió más rápido de lo que tarda en cristalizar el hielo, en una escala de tiempo comprendida entre 20 nanosegundos y 3 microsegundos.
El cambio de fases tiene un significado fundamental para distintas áreas de la ciencia y la tecnología, desde la bioquímica hasta la ciencia de los materiales y los procesos industriales, estiman los investigadores.