El halo es un elemento de seguridad que se implementó obligatoriamente en los monoplazas de Fórmula 1 en 2018. Se trata de una estructura triangular que rodea al piloto por encima y delante y que protege su cabeza en caso de impacto sobre todo frontal.
La idea de este mecanismo surgió sobre todo a partir del trágico accidente de Jules Bianchi y en el que el joven piloto impactó contra una grúa en una escapatoria.
El halo está fabricado de titanio grado 5, material usado mayoritariamente en la industria aeroespacial, y que es conocido por su alta resistencia y rigidez en comparación con su peso relativamente bajo. Es capaz de resistir 125 kiloNewtons de fuerza (equivalente a 12 toneladas) desde arriba durante cinco segundos sin fallar ninguna parte de la célula de supervivencia o las monturas.
También debe soportar fuerzas de 125 kN desde un lado. Traducido a un lenguaje más sencillo, el halo es capaz de soporta el peso de dos elefantes africanos y es lo suficientemente resistente como para desviar una maleta llena de tamaño grande que llega a 225 km/h.
Inicialmente pilotos y equipos fueron reacios a la implementación del halo ya que restaba visibilidad a los primeros en la pista y obligaba a rediseñar los coches a los segundos. Sin embargo, el accidente que ha sufrido Romain Grosjean en Bahréin, ha vuelto a demostrar que le puede salvar la vida a un piloto.
Fuente: AS Motor