La depresión es el trastorno mental más frecuente que, según un panel de expertos, carece de reconocimiento social y gubernamental en América Latina como una enfermedad que afecta a toda la comunidad y que necesita una inversión “efectiva” que contenga sus efectos y evite casos futuros, además de la carga socioeconómica que supone.
Los expertos participaron en el EFE Fórum Salud “Depresión. Un problema de salud pública en América Latina”, organizado por la Agencia Efe, en colaboración con Janssen, y coincidieron en que los prejuicios representan la primera barrera de esta patología, estigmatizada socialmente.
En el debate participaron:
Doctora Laura Ospina, psiquiatra, especialista en niños, adolescentes y familia; doctorada en Medicina por la Universidad de Sidney. Profesora asistente de Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Pontificia Universidad Javeriana.
Doctor Rodrigo Córdoba, doctor en Medicina de la Universidad del Rosario, Bogotá (Colombia), y profesor en este centro educativo. Expresidente de la Asociación de Psiquiatría de América Latina.
Jaime Ramírez, doctor en Economía y Gestión de la Salud de la Universidad de Valencia, Profesor asociado y director de postgrados del Instituto de Salud Pública de la Pontificia Universidad Javeriana.
Doctor Gustavo Alonso Cabrera, doctor en Salud Pública de la Universidad de Sao Paulo (Brasil). Profesor titular de la Facultad Nacional de Salud Pública ‘Héctor Abad Gómez’ de la Universidad de Antioquia, Medellín (Colombia). Paciente con depresión.
Diagnóstico y propuestas
Los panelistas hicieron un diagnóstico de la depresión en América Latina, lanzaron propuestas, actuaciones y recomendaciones para mejorar una situación de elevada gravedad para la sociedad y la salud pública, y también valoraron el tremendo impacto de la COVID-19 en las personas afectadas por problemas de salud mental y por depresión en LATAM.
El doctor Cabrera explicó que en su caso personal como afectado sintió que la depresión es “la lepra del siglo XXI” y pasó “30 años de obscurantismo” ante la falta de apoyos e información.
Sin embargo, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), es una dolencia que afecta a más de 300 millones de personas -en Latinoamérica, el 5 % de los adultos la sufren- con un impacto económico cercano al billón de dólares; cifras que, como coincidieron estos expertos, aumentarán debido a la pandemia provocada por la COVID-19.
Cabrera cree, en este sentido, que las personas necesitan mayor “acceso a las consultas de tipo psicológico” y, en general, reclamó “el derecho a ser tratados de forma integral”.
Para la doctora Ospina, lo fundamental es invertir en la salud mental de los niños y jóvenes para obtener “un retorno mayor” en la edad adulta, y también en tecnología y nuevas herramientas digitales que favorezcan la telemedicina, con el objetivo de fomentar y prestar mejores servicios a la sociedad.
La tristeza prolongada, la apatía, la angustia o la falta de voluntad para realizar tareas cotidianas son algunos de los síntomas de la depresión que, en la mayoría de los casos, genera una pérdida de productividad en la etapa adulta.
En la peor de sus consecuencias puede derivar en suicidio, acto que según datos de la OMS causa una muerte cada 40 segundos en todo el mundo y 38.000 casos anuales en LATAM.
Estudio TRAL, Depresión Resistente a los Tratamientos
Ante este fenómeno, el doctor Rodrigo Córdoba, retomó el discurso principal para tratar la depresión como una prioridad colectiva y no como un problema individual.
“Aún los aseguradores consideran los intentos de suicidio como una voluntad y no como una enfermedad mental. Y los estudios médicos demuestran lo contrario”, aseguró.
Córdoba ha participado en el estudio TRAL sobre la Depresión Resistente al Tratamiento en América Latina, realizado con una muestra de 1.475 pacientes con trastorno depresivo mayor, en el que se evidenció que casi un 30 % mostraba signos de resistencia a la terapia convencional, asociado a una mayor morbilidad y mayores costos de servicios médicos.
Jaime Ramírez abogó por “políticas saludables que eliminen o reduzcan al máximo la estigmatización y la exclusión” como vía de solución que mejore a largo plazo la calidad de vida de los pacientes.
A través de esta acción, consideró que se pueden frenar los costos directos en hospitalización o fármacos y costos indirectos como el desempleo o el absentismo laboral.
El foro concluyó solicitando la implicación de los gobiernos, las empresas y la sociedad para acabar con el estigma, promover la atención oportuna de los pacientes, e impulsar medidas para disminuir la carga de los sistemas de salud públicos y privados.
La mediana del gasto anual per cápita en salud mental en América Latina es de 13,8 dólares, con una diferencia significativa entre los países de ingresos altos (48 per cápita) y aquellos de ingresos mediano y bajo (2,5 per cápita).
Fuente: EFE