Más de 10 millones de personas corren el riesgo de ver incrementada su inseguridad alimentaria en los próximos meses en Honduras, Guatemala, El Salvador y Nicaragua, alertó este lunes la ONU, y pidió más asistencia alimentaria y la entrega de semillas resistentes a la sequía como medidas para enfrentar la situación.
Esta zona de Centroamérica fue abatida en noviembre pasado por los huracanes Eta e Iota, y sufre los efectos de la pandemia de la covid-19, argumentaron en un nuevo informe la Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA).
El documento “Hunger Hotspots” (Lugares críticos con respecto al hambre), expone que muchos hogares perdieron reservas de alimentos por los huracanes Eta e Iota, además de la reducción del empleo debido a las interrupciones causadas por la pandemia, especialmente en el sector informal, con pérdidas de ingresos y menos acceso a los alimentos.
Así, según el informe, en Honduras se prevé “que 3,1 millones de personas se enfrenten a una alta inseguridad alimentaria aguda, incluyendo casi 570.000 en situación de emergencia”, mientras que en Guatemala la cifra llegaría a 3,7 millones de personas que habitan en siete de los departamentos más afectados por los huracanes.
En caso guatemalteco, se estaría ante “un aumento interanual de 8 puntos porcentuales en las cifras de inseguridad alimentaria aguda total”, precisó el informe de las agencias de la ONU.
En El Salvador “se espera que alrededor de 1 millón de personas enfrenten una alta inseguridad alimentaria aguda entre marzo y mayo de 2021, incluidas 121 000 en emergencia”, y los más afectados son los “grupos han experimentado pérdidas de ingresos debido a las restricciones de movilidad y transporte relacionadas con la pandemia”.
En Nicaragua, los daños y pérdidas causados ??por los huracanes se estimaron en más de 742 millones de dólares del PIB, con cerca de 3 millones de personas expuestas, principalmente de los territorios indígenas, donde la pesca artesanal, la silvicultura y la agricultura se vieron significativamente afectados, agregó la ONU.
El informe recomienda medidas críticas a corto plazo con respecto al hambre, entre ellas “el aumento de la asistencia alimentaria y nutricional, la distribución de semillas resistentes a la sequía, el tratamiento y vacunación del ganado, la rehabilitación de estructuras de captación de aguas, y el incremento de las oportunidades de ingresos para las comunidades vulnerables”.