Infobae.– El sexo no tiene fecha de vencimiento. No hay ninguna condición que nos quite la posibilidad de vivir y disfrutar de nuestra sexualidad, comprendiéndola en sentido amplio.
Lo que sí sucede con el tiempo es que nuestro cuerpo y nuestra respuesta sexual pueden presentar cambios y es por eso que es importante comprender que todo nuestro cuerpo es un territorio erótico. Ampliar la sexualidad más allá de lo genital nos enriquece. Muchas veces lo que nos pasa es que confundimos un cambio fisiológico con un problema.
¿Qué mitos circulan?
Empecemos por desterrar los principales mitos que giran alrededor del sexo y el paso del tiempo:
-Que las personas de edad no son deseables sexualmente. Vivimos en una sociedad que estigmatiza y rechaza el inevitable paso del tiempo, ejerciendo mucha presión sobre qué es deseable y que no.
-Que con el tiempo se pierde el deseo.
-Que se pierde la capacidad de tener una relación sexual.
-Que empeora la calidad de las relaciones sexuales.
-Que si no hay buena lubricación o erección, significa que no hay ganas.
-Que la actividad sexual a cierta edad es riesgosa.
-Que no es necesario cuidarse si no hay riesgo de embarazo (acá estamos ignorando el riesgo de infecciones de transmisión sexual).
Estas falsas creencias se refuerzan sobre una idea muy instalada: el apogeo sexual está en la juventud. Sin embargo, en la práctica vemos que esto no necesariamente es así. El paso del tiempo tiene sus ventajas: ganamos experiencia, confianza, nos conocemos más a nosotros mismos e, idealmente, nos tomamos las cosas con más calma y madurez. Tenemos más información, más conocimiento y control de la sexualidad.
¿Cuáles son los cambios esperables?
Con el paso del tiempo, todo se vuelve más lento. Pero mayor lentitud no implica menor satisfacción. Por lo general, vivimos el sexo muy pendientes de esta cuestión: el tiempo y la duración, por ejemplo, si tardo mucho en excitarme o en alcanzar el orgasmo. Ese factor es tan determinante que cuando empezamos a demorarnos más, sentimos desconcierto y ansiedad. El desafío es acomodar nuestra mente a nuestro cuerpo y no al revés. Es cierto que con la edad, puede disminuir la intensidad del orgasmo y podemos tardar más en alcanzarlo. También se alarga el período refractario, es decir, el tiempo que lleva volver a excitarse después de un orgasmo.
El principal cambio lo podemos observar en la fase de excitación de la respuesta sexual: la erección y la lubricación. En la mujer, la sequedad vaginal puede generar un fuerte dolor en la penetración y llevar a la evitación. Esto puede mal interpretarse como falta de deseo o puede derivar en la falta de deseo a futuro si el dolor se sostiene en el tiempo. En el hombre la pérdida o el cambio en su erección impacta sobre su autoestima.
Puede notar menos rigidez, sostener la erección durante menos tiempo, presentar dificultades para penetrar o para colocarse el preservativo. Va a requerir una estimulación más directa y por más tiempo sobre el pene. Sin embargo, puede que cuanto mayor sea el nivel de autoevaluación de su erección, mayor la ansiedad y la frustración. Será fundamental que logre conectar la mente con algo que lo excite fuertemente.
En cualquiera de los casos, sepamos que existe una amplia variedad de tratamientos posibles que se pueden llevar adelante con el acompañamiento adecuado de los profesionales correspondientes, una ginecóloga o un urólogo. Tener información, es la mejor herramienta para erradicar la vergüenza, muchas veces sostenida en la creencia de que los cambios en nuestra sexualidad son culpa nuestra, y no respuestas naturales fisiológicas. Lo importante es que ni la vergüenza ni los prejuicios nos limiten la posibilidad de hacer la consulta y encontrar alivio a los posibles síntomas.
Cada etapa de la vida nos va a desafiar a nivel sexual de una manera diferente, pero ninguna es una sentencia. Hay personas que viven esta etapa como un reencuentro y una liberación. Quizá ya sin los hijos en la casa, sin el miedo de un embarazo, quizá reencontrados con su pareja o encontrando una nueva. Y no tener pareja tampoco es sinónimo de falta de actividad sexual.
La manera en que vamos a responder y acomodarnos a cada cambio tiene que ver con la historia sexual que hemos ido armando a lo largo de la vida. Cultivando una buena salud en general, y una sexualidad sana en particular, y con la información que nos permita vivirla en calma y sin prejuicios iremos por el camino más placentero.