El reloj marcaba las 8:45 de la mañana en Nueva York del 11 de septiembre de 2001 cuando se escuchó el primer estruendo. Un avión se había estrellado entre los pisos 93 y 99 de la Torre Norte de World Trade Center, pero eso no lo sabrían, hasta algunos minutos después, las personas que quedaron atrapadas aquel 11 de septiembre en la polvareda que estremeció a la Gran Manzana.
En aquel fatídico día se la vida de al menos 27 dominicanos, contados en las cifras oficiales, y cuyos nombres aparecen en el monumento a las víctimas del 11-S.
De aquella escena funesta que quedó grabada para siempre en la retina del mundo, se cumplen este sábado 20 años. Aquel día, el planeta se paralizó, incrédulo ante las imágenes que los canales de televisión tomaban en Nueva York. Pero muchos de los videos y fotos más dramáticos que fueron registrados por profesionales y particulares ese día se incorporaron a la investigación judicial y no vieron la luz hasta muchos años después. En ellas se puede apreciar la magnitud de la devastación y el desconcierto que sufrieron los testigos de primra mano del ataque a las Torres Gemelas.
Algunos creyeron que se trataba de un incendio. Otros, desconsolados, explicaban que un edificio había colapsado. Pero muy pocos supieron, minutos después de las 08:45, que un Boeing 767 de American Airlines secuestrado por integrantes de Al Qaeda se había estrellado contra una de las Torres Gemelas.
Bomberos, policías, agentes del servicio secreto, médicos, y ciudadanos cayeron en los primeros instantes en un mal sueño. Aturdidos, desconcertados e incrédulos miraban hacia la zona cero tratando de adivinar qué se escondía detrás de aquella nube asfixiante de polvo y escombros, y qué era lo que la había provocado.
Desde la explosión en la Torre Norte a las 8:45 de la mañana, hasta el momento en que el segundo avión impactó contra la Torre Sur, pasaron 18 minutos. En ese tiempo, el reportero de la CBS había estado recorriendo la zona, y entrevistando a los testigos. Aún seguía junto a las estructuras gemelas cuando una nueva aeronave se estrelló entre los pisos 77 y 85 de la segunda torre.
Como si se tratara de un violento maremoto, una ola titánica de polvo y escombros se alzó tras caer la Torre Sur e invadió las calles, avanzando tras los talones de los aterrorizados civiles, que huían despavoridos del monstruo blanco. Entre las personas que quedaron bajo la humareda se encontraba LaGanga. En su video, la imagen se vuelve negra. Después, tos, arcadas, y asfixia.
Tras el atentado terrorista, los equipos de emergencias recuperaron entre los escombros 291 cuerpos. También 19.500 partes de cadáveres. Los rescatistas salvaron a miles de lesionados tras la catástrofe, pero 850 de ellos murieron durante los operativos. Y los bomberos, policías y expertos que trabajaron en el infierno y sobrevivieron, hoy tienen un 20% más de posibilidades de sufrir un cáncer que aquellos que no participaron en los rescates tras el atentado terrorista.
“El derrumbe de dos torres de 110 pisos provocó que miles de toneladas de acero, cemento, cristales y amianto, además de los miles de litros de combustible de aviación y miles de kilos de plásticos, al arder, liberaron en la atmósfera indiscutibles sustancias cancerígenas”, explicó la prestigiosa revista médica Lancet.
El fuego que consumió las torres tardó en apagarse 69 días, y 1.717 familias nunca recuperaron el cuerpo de sus seres queridos.
Después de aquel fatídico 11 de septiembre, un 100 por ciento de Manhattan sufrió estrés postraumático. Una enfermedad que arrastran todavía hoy miles de sobrevivientes, y que a 20 años de la catástrofe, aún impide dormir a muchos.