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El papa en la Misa del Gallo: “¡No más muertes en el trabajo!”

Ciudad del Vaticano, EFE.- “¡No más muertes en el trabajo!”. Este fue el mensaje que el papa Francisco reivindicó hoy durante la Misa del Gallo, después de recordar que Jesús de Nazaret nació entre pobres y pastores en una periferia del mundo romano.
“Dios viene a colmar de dignidad la dureza del trabajo. Nos recuerda qué importante es dar dignidad al hombre con el trabajo, pero también dar dignidad al trabajo del hombre, porque el hombre es señor y no esclavo del trabajo. En el día de la Vida repitamos: ¡No más muertes en el trabajo! Y esforcémonos por lograrlo”, exclamó.
Francisco ofició la Misa del Gallo en la basílica vaticana, este año llena de fieles que acudieron para conmemorar el nacimiento de Cristo, uno de los ritos más destacados del calendario y que en 2020 estuvo casi desierto por la pandemia.
CONTRA LA INDIFERENCIA CON LOS ÚLTIMOS
En su homilía, recordó el “mensaje” de esta noche es que Dios “no cabalga la grandeza sino que desciende en la pequeñez”, es decir, en forma de “un niño pobre envuelto en pañales” para sorpresa de los pastores que cuidaban de sus rebaños en aquellos parajes.
Porque no se trata de una deidad de las élites, sino que se rebaja a la humanidad para acogerla, especialmente a los últimos.
“Jesús nace allí, cerca de ellos, cerca de los olvidados de las periferias. Viene donde la dignidad del hombre es puesta a prueba. Viene a ennoblecer a los excluidos y se revela sobre todo a ellos; no a personajes cultos e importantes”, afirmó.
Por eso recibirlo, es decir, ser cristiano, equivale a servir a los pobres, “los predilectos de Jesús”, explicó, para después parafrasear a la poetisa Emily Dickinson: “Quien no ha encontrado el Cielo aquí abajo, difícilmente lo encontrará allá arriba”.
El papa se preguntó entonces si el mundo supo tomar ese camino, el de la “pequeñez”, para después lamentar que en los tiempos que corren “Dios baja y nosotros queremos subir al pedestal”.
“Que en esta noche de amor nos invada un único temor: herir el amor de Dios, herirlo despreciando a los pobres con nuestra indiferencia”, advirtió.
Pero Francisco no solo se dirigió a los fieles del mundo, sino también a la propia jerarquía de su Iglesia, llamándola a la “unidad” y a practicar la caridad.
Porque al Portal de Belén, explicó, además de los pastores, también acudieron los “eruditos, los ricos y los magos”.
“Que Dios nos conceda ser una Iglesia adoradora, pobre y fraterna. Esto es lo esencial. Volvamos a Belén”, instó, ante los miembros de la Curia, que le escuchaban a pocos metros del altar.
LOS FIELES VUELVEN A LA MISA DEL GALLO
Esta solemne ceremonia, hace años celebrada a medianoche pero en los últimos tiempos adelantada cada vez más, contó con unos dos mil fieles sentados en los escaños, todos protegidos con la mascarilla debido a la amenaza creciente de la variante ómicron.
La misa comenzó con la entrada del papa en la basílica y con el anuncio del Nacimiento, proclamado por la lectura de un diácono del antiquísimo texto de las “Kalendas”.
Acto seguido Francisco destapó una imagen del Niño a los pies del imponente baldaquino que Bernini levantó sobre el lugar exacto donde fue sepultado el Apóstol y después besó su rodilla y lo incensó.
La Misa, retransmitida por satélite en medio mundo, incluso en lenguaje de signos, concluyó con una procesión junto a diez niños de México, India, Italia, Corea del Sur e Italia, mientras el coro entonaba “Noche de Paz” o el “Adeste Fideles”.
Fuera, la plaza de San Pedro aparecía humedecida por la lluvia, pero iluminada por el árbol y el Portal de Belén, de estilo andino y realizado en esta ocasión por artesanos peruanos, de Huancavelica, con motivos típicos del pueblo Chopcca.
LA SEGUNDA NAVIDAD DE LA PANDEMIA
Francisco comienza así los ritos de la segunda Navidad de la pandemia, con muchas menos restricciones que en el pasado pero con la variante ómicron extendiéndose sin frenos por toda Italia.
El día anterior había reunido a su Curia, al Gobierno de la Iglesia Romana, para la tradicional felicitación navideña y les emplazó a trabajar juntos y evitar que se creen “divisiones, facciones y enemigos”.
Las celebraciones continuarán con el día de Navidad, cuando Francisco se asomará al balcón central de la basílica para impartir su bendición “Urbi et Orbi”, a la ciudad y al mundo, en la que suele realizar llamamientos sobre las distintas tensiones y conflictos a lo largo y ancho del planeta.

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