Los guardacostas tunecinos recuperaron este viernes ocho cuerpos más, entre ellos el de un bebé, del naufragio del pasado martes en el que murieron 33 personas migrantes, la mayoría subsaharianos, mientras otros continúan desaparecidos.
Las autoridades lograron rescatar ese a día a 72 migrantes tras el hundimiento de una embarcación de madera con más de 100 personas a bordo que se dirigía hacia Europa por la ruta marítima del Mediterráneo Central.
Las salidas desde Túnez han aumentado en las últimas semanas, país que junto a Libia es el principal punto de partida de este ruta que durante el primer semestre del año ha registrado la cifra más alta de fallecidos desde 2017, con un total de 441 muertos.
El ministro tunecino de Exteriores, Nabil Ammar, de visita oficial en Italia hasta ayer, abordó el fenómeno migratorio con el Gobierno de la ultraderechista Giorgia Meloni, después de que este decretase el estado de emergencia por seis meses tras el desembarco en sus costas de más de 3,000 personas en tan sólo tres días.
Las autoridades tunecinas han interceptado en lo que va de año más de 14,000 personas migrantes cuando trataban de alcanzar las costas europeas en condiciones precarias, una cifra cinco veces superior que durante el mismo periodo del año pasado.
El Foro Tunecino por los Derechos Económicos y Sociales (FTDES) valoró recientemente que el «clima de racismo y la campaña de detenciones» de migrantes había contribuido a un aumento de las salidas, en referencia a la persecución de la población subsahariana después de que el presidente, Kais Said, les acusara de formar parte de un complot para cambiar la demografía y la identidad «arabo-musulmana».
Las autoridades tunecinas detuvieron este martes a cerca de 80 migrantes subsaharianos y desalojaron a la fuerza un campamento improvisado en la capital, que acogía a un centenar de personas, incluidos una treintena de menores, después de que la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) denunciase un ataque contra sus instalaciones.
En una carta abierta difundida, un grupo de solicitantes de asilo y migrantes explicaron haberse «refugiado» ante el edificio de ACNUR tras haber sido expulsados de varias ciudades del país y debido al sentimiento de inseguridad que viven en el país.
Cientos de personas, principalmente de Costa de Marfil y Guinea, han solicitado el retorno voluntario tras haber perdido sus trabajos, a menudo informales, y, en algunos casos, haber sido expulsados de sus viviendas por los propietarios.
EFE