Historia.- El 25 de mayo de 1979, el vuelo 191 se estrelló al despegar luego de que una de sus turbinas se desprendiera del ala mientras carreteaba. Murieron 271 personas a bordo y otras en tierra, una tragedia que motivó una intensa investigación que cambió las prácticas de mantenimiento aeronáutico en todo el mundo. Fue el desastre aéreo más grave de 1979.
El McDonnell Douglas DC-10 matrícula N110AA, una aeronave comercial en ese entonces de última generación pero que estaba bajo la lupa por una serie de accidentes recientes, debía partir el 25 de mayo de 1979 del Aeropuerto Internacional O’Hare en Chicago, Estados Unidos.
El vuelo 191 tenía como destino final la ciudad de Los Ángeles y a las 3:02 pm carreteó con 271 personas a bordo: 258 pasajeros y 13 tripulantes.
Pero poco después de alcanzar la velocidad de despegue el motor izquierdo, una inmensa turbina General Electric CF6, se desprendió de su soporte y tras rebotar con el suelo quedó tendido en la pista.
El DC-10, sin embargo, siguió su camino impulsado por los restantes dos motores y logró despegar. Pero ya iba a ser imposible evitar la tragedia.
La turbina desgarrada había dañado gran parte del borde de ataque del ala izquierda, forzando la retracción de los slats, extensiones que se utilizan para ciertas maniobras. También dejó sin efecto los sistemas de comunicación y eléctricos.
En tierra se había observado la destrucción de la turbina y ahora podían ver a la aeronave dejando un estela de combustible y líquido hidráulico mientras volaba a baja altura. Los controladores aéreos intentaron contactar a los pilotos y coordinar un aterrizaje de emergencia.
Pero nadie les respondía. Investigaciones posteriores muestran que la tripulación intentó ganar altitud, como señala el procedimiento en caso de una falla de motor. Los sistemas hidráulicos del ala, sin embargo, no respondían.
Y entonces el DC-10 comenzó inclinarse sobre su ala dañada y a perder altitud, hasta estrellarse sobre un hangar dentro del predio del aeropuerto O’Hare. Murieron las 271 personas a bordo y otras en tierra, en lo que se convirtió en el peor accidente aéreo en la historia de Estados Unidos, ocurrido hace exactamente 40 años.
Todo el corto vuelo duró apenas 50 segundos y la única palabra retenida por la caja negra, que dejó una grabación tapada por ruidos de todo tipo, recorrió el mundo como un símbolo de la desesperación: “Damn!”, expresión que puede traducirse aproximadamente como “Maldita sea”.
El avión había sido construido en 1972, siete años antes del accidente, y si bien era considerado aún moderno y competitivo, estaba bajo la lupa por otros dos accidentes anteriores relacionados con un error en el diseño de sus puertas: el de American Airlines en 1972 en Ontario, que se saldó con apenas 11 heridos, y el de 1973 de Turkish Airlines en Francia, cuando murieron 346 personas.
En las investigaciones posteriores a la tragedia de 1979, se reveló que la turbina se había desprendido del ala porque el soporte había sido dañado durante las tareas de mantenimiento. Esto a su vez apuntó tanto a la fragilidad del diseño del DC-10 como a las prácticas erróneas en el operario.