Prever desastres de huracanes no es fácil. La intensidad de una tormenta tropical y el lugar donde golpea están determinados por patrones climáticos que son altamente impredecibles más allá de unos pocos días.
Sin embargo, los investigadores tienen su atención sobre un fenómeno, poco estudiado que puede representar otro factor clave para determinar las perspectivas de la temporada de huracanes.
Una vasta extensión de agua que se expande desde la costa occidental del África ecuatorial experimenta fluctuaciones periódicas de temperatura conocidas como Niño del Atlántico, o “hermano pequeño de El Niño”.
Una nueva investigación sugiere que este ciclo de cambios en las temperaturas de la superficie del océano Atlántico puede alimentar algunos de los huracanes más poderosos que azotan el Caribe y Estados Unidos.
El efecto El Niño
De los muchos sistemas climáticos que dan forma al nacimiento de las tormentas tropicales en el océano Atlántico, se destacan típicamente dos.
El Niño-Oscilación del Sur (ENOS) es un patrón climático global que se forma en el Pacífico y fluctúa entre la fase de calentamiento de El Niño y la fase de enfriamiento de La Niña.
Durante El Niño, las temperaturas del océano Pacífico más cálidas que el promedio impulsan las circulaciones atmosféricas globales y aumentan la cortante vertical del viento en el Atlántico.
A los sistemas de huracanes les gusta permanecer erguidos, por lo que cuando la cizalladura del viento (la diferencia entre la velocidad y la dirección de los vientos que soplan a distintas altitudes) es alta, corren el riesgo de volcarse y separarse.
En contraste, El Niño también aumenta el riesgo de ciclones tropicales en el noreste del Pacífico.
La llegada de la tormenta tropical Hilary a la costa oeste de México y el sur de California -la primera en ese estado desde 1939- se ha atribuido a la fase actual del patrón climático.
De vuelta en el Atlántico, el segundo factor determinante de los huracanes es el Modo Meridional del Atlántico (AMM), que representa fluctuaciones en los vientos de bajo nivel y las temperaturas de la superficie del mar tropical en el océano.
Entonces, cuando la AMM está en modo positivo, las temperaturas del océano serán más cálidas de lo habitual y ofrecerán más calor, lo que alimentará las tormentas que pasan por encima.
Sin embargo, hay muchos factores que determinan si se forma un huracán, qué tan poderoso se vuelve, cuánto dura y dónde toca tierra.
BBC Mundo.