Un 6 de diciembre de 1824 nació en Santo Domingo, hace 200 años María Concepción Bona y Hernández, una de las figuras clave en la historia de la independencia dominicana y la mujer que, con manos firmes y espíritu patriótico, confeccionó la primera bandera nacional.
Criada en una época marcada por la ocupación haitiana (1822-1844), Bona vivió bajo la represión cultural y política impuesta por el régimen de Jean Pierre Boyer.
Desde muy joven, estuvo rodeada de un entorno familiar comprometido con la causa independentista: su padre, Ignacio Bona, fue firmante del Manifiesto del 16 de enero de 1844, mientras que su madre, Juana de Dios Hernández, y otros familiares como el prócer Juan Alejandro Pina, estaban profundamente vinculados a los movimientos libertarios, incluyendo La Trinitaria.
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La Lucha Patriótica
En el corazón de Santo Domingo, en una casa ubicada en la calle Palo Hincado, Bona creció absorbiendo ideales progresistas. Desde temprana edad entendió que la libertad de su pueblo era una misión ineludible. Su fervor patriótico la llevó a integrarse en los movimientos independentistas y, a los 19 años, asumió el rol histórico de confeccionar la primera bandera dominicana.
Junto a su prima María de Jesús Pina y bajo la dirección de Juan Pablo Duarte, Bona utilizó sus habilidades para crear la enseña tricolor que ondearía en el Altar de la Patria el 27 de febrero de 1844. Su entrega fue tan firme que, pese a las advertencias de su padre sobre los peligros que corría, participó activamente en la entrega de la bandera esa histórica noche.
Legado Inolvidable
Concepción Bona contrajo matrimonio con Marcos Gómez y Carvajal, con quien tuvo cinco hijos. Sin embargo, su contribución más grande siempre será su rol en la independencia dominicana. Falleció el 2 de julio de 1901, pero su legado perdura como símbolo de determinación, patriotismo y amor por la libertad.
Hoy, en el aniversario de su nacimiento, recordamos a esta heroína como ejemplo de valor y compromiso con la nación, una mujer que, con “fina tela y patriótico entusiasmo”, ayudó a forjar la identidad dominicana.
Por: Itzel Olivo