Gracias al apoyo de 340 mil donantes de 150 países, que lograron recaudar 846 millones de euros, la Catedral de Notre Dame, volverá a abrir sus puertas en el corazón de París este sábado 7 de diciembre con una ceremonia en su interior, tras el voraz incendio de 2019 que destruyó completamente su techo y la aguja de la torre principal.
Se espera la asistencia de la primera dama estadounidense Jill Biden, el presidente electo, Donald Trump, los reyes belgas Felipe y Matilde, el presidente alemán Frank-Walter Steinmeier y el de Ucrania, Volodímir Zelenski y el jefe de estado paraguayo Santiago Peña, dentro de una completa lista de líderes mundiales y miembros de la realeza que confirmaron su presencia. El Papa Francisco no acudirá, pero el arzobispo Ulrich leerá su mensaje.
El domingo 8 de diciembre de 2024, el Día de la Virgen María, se celebrará la primera misa en la catedral restaurada y estará marcada por la consagración del altar mayor. Presidida por el arzobispo Ulrich, la homilía reunirá a cerca de 170 obispos de todo el mundo, sacerdotes de París, jefes de Estado y fieles.
“Su restauración ha sido posible gracias a un espíritu de generosidad sin precedentes”, comunicó la Embajada de Francia en la Argentina. Después de casi cinco años de trabajo arduo en manos de unos 2000 trabajadores -entre albañiles, arquitectos, carpinteros, artesanos y decenas de oficios tradicionales y modernos-, esta obra maestra del arte gótico volverá a ocupar el centro de la escena de la Ciudad Luz como siempre lo hizo. Hasta su incendio recibía unos 12 millones de visitantes al año. A lo largo de este sábado su reapertura permitirá disfrutar como nunca antes de su impactante belleza de más de 800 años de historia, en los que fue escenario de grandes acontecimientos históricos como la coronación de Bonaparte y la beatificación de Juana de Arco. La Catedral fue declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1991.
“La conmoción de la reapertura será, yo creo, tan fuerte como la del incendio, pero será una conmoción de esperanza”, expresó el presidente francés, Emmanuel Macron, en el discurso de su última visita a las obras de reconstrucción, acompañado por su esposa Brigitte; la alcaldesa de París, Anne Hidalgo; el arzobispo de París, Laurent Ulrich, y otras autoridades.
Según informó la agencia Reuters, Macron usó la palabra “sublime” apenas ingresó a su interior reconstruido, mientras que la ministra de Cultura, Rachida Dati, se mostró impresionada por la nueva claridad de Notre Dame. Este trabajo de reconstrucción – que concluirá en 2030-, le devolvió la luz a sus muros, al igual que a sus coloridos vitrales, cuyo polvo fue removido. Su techo fue reconstruido con 1200 robles, como originalmente se conoce como El bosque y la Aguja de Eugène Viollet-le-Duc también fue devuelta a su lugar. En esa oportunidad, Macron agradeció a los 2000 trabajadores que participaron de la restauración. “Transformaron el carbón en arte”, dijo el primer mandatario francés.
“La restauración de Notre Dame ha sido también una forma de mostrar el buen hacer francés y lograr una auténtica proeza: rehabilitarla en menos de cinco años. Cientos de artesanos especializados, entre escultores, techadores, ingenieros y constructores de órganos, se han afanado sin descanso para restaurar este edificio gótico del siglo XII. Una tarea colosal que demuestra la excelencia de los oficios artesanos en Francia”, expresó la Embajada de Francia en la Argentina en su comunicado.
Un daño colosal
La tarde del lunes 15 de abril de 2019 el presidente francés Emmanuel Macron emitía un comunicado por Twitter, mientras se difundían imágenes en todo el mundo de la Catedral de Notre Dame envuelta en llamas: “Como todos nuestros compatriotas, esta tarde me entristece ver arder esta parte de nosotros”. El monumento se encontraba como de costumbre repleto de turistas quienes fueron desalojados y al mismo tiempo registraron muchas de las imágenes que se viralizaron desde las inmediaciones de la isla de la Cité, donde se encuentra la catedral, rodeada de las aguas del río Sena.
Los registros tomados desde diferentes perspectivas eran impactantes. El fuego había sido declarado a las 18 horas y según las primeros informes de los bomberos estaba potencialmente vinculado a las obras de renovación del edificio. El Ayuntamiento de París informaba que la zona estaba siendo evacuada y la catedral vallada. Más tarde se supo que había 2000 personas dentro de la catedral cuando se desató el incendio. Afortunadamente, gracias al trabajo de los bomberos y autoridades, no hubo que lamentar muertos ni heridos.
Al caer la noche, las lenguas de fuego devoraron la aguja de la torre principal del emblemático templo y se desplomó ante la mirada atónita de los presentes y los que seguían las imágenes en redes sociales y medios de comunicación, donde se manifestaba a nivel mundial la angustia ante el miedo a la pérdida de una catedral tan amada. La palabra patrimonio de la humanidad cobraba sentido. Mientras tanto, las cuadrillas de emergencia, intentaban rescatar las valiosas obras de arte de su interior. El vicealcalde de París Emmanuel Gregoire expresaba que la catedral había sufrido “un daño colosal”. El fuego había consumido no solo la aguja de la torre principal, sino también la estructura completa del techo, ante la impotencia de los bomberos que no habían podido llegar al epicentro del incendio, pero después de largas horas de lucha contra el fuego, lograron poner a salvo la estructura principal de la catedral.
El secretario de Estado francés de Interior Laurent Nuñez anunciaba que el peligro del fuego estaba “descartado”, aún así quedaban dudas sobre la resistencia de la estructura tras el gravísimo incendio. “Un incendio de esta envergadura tiene un impacto en las estructuras, hay que asegurarse de que siguen estables para permitir a nuestros hombres entrar de nuevo en su interior. Lo hicieron esta noche, con mucha valentía, en las torres para poder combatir el siniestro desde dentro y evitar justamente que se derrumbase”, explicó.
Durante la mañana del martes, los bomberos anunciaban que el incendio estaba totalmente “apagado”.
Uno de los primeros mandatarios en pronunciarse aquella tarde fue Donald Trump desde su cuenta de Twitter: : “Es horrible ver el masivo incendio en la catedral Notre Dame en París”. En el mismo tuit sugirió utilizar aviones hidrantes y actuar de forma rápida. Por la misma red social, la Dirección General de Seguridad Civil y Gestión de Crisis de Francia explicó por qué no se podía hacer uso de ese tipo de nave, “técnicamente inadecuada para extinguir este tipo de fuego”. “La caída de aire en este tipo de edificio podría, de hecho, llevar al colapso de toda la estructura”, indicaron las autoridades.
También la entonces canciller alemana Angela Merkel se refirió al incendio: “Estas horribles imágenes de Notre Dame en llamas duelen. Notre Dame es un símbolo de Francia y de nuestra cultura europea. Nuestros pensamientos están con los amigos franceses”, escribió el portavoz de la canciller, Steffen Seibert.
Símbolo de París
Notre Dame, (en español, “Nuestra Señora”) es una de las catedrales góticas más antiguas del mundo. De culto católico, sede de la archidiócesis de París, la capital de Francia, fue dedicada a la Virgen María, en su advocación de Nuestra Señora de París. Sus obras comenzaron en 1163 y fueron completadas recién en 1345, casi dos siglos después. A lo largo de los siglos fue restaurada en varias oportunidades, la más importante fue la realizada por el famoso arquitecto Eugène Viollet-le-Duc a mediados de 1800, tras los daños causados por la Revolución Francesa (1789-1799), tiempos en los que fue desacralizada, sufrió robos y fue profanada gran parte de su imaginería religiosa. Hasta que fue recuperada como iglesia católica por Napoleón para su coronación, el 2 de diciembre de 1804 fue utilizada un depósito y luego como “templo de la razón”. Tiempo después, la novela “Notre-Dame de París”, de Víctor Hugo, le devolvió su prestigio y se generó el clima propicio para su restauración y evitar la temida demolición.
Sus dos torres alcanzan los 69 metros de altura, y se llega hasta ellas a pie, por unos 387 escalones empinados. No hay ascensor. Quienes hacen el esfuerzo son premiados con las vistas increíbles de la ciudad, el campanario y sus fabulosas gárgolas y quimeras, bestias fantásticas que no cumplen solo una función decorativa. Las primeras tienen una función práctica. Adornan las canaletas que llevan el agua al vacío, y evita que corra el agua sobre sus tejados y muros, para evitar la degradación. En tanto, las quimeras, que no existían en la Edad Media, formaron parte del universo fantástico del arquitecto Viollet-le-Duc.
“Después de la semana inaugural del 8 al 15 de diciembre, dedicada a celebrar la reapertura y rendir homenaje a quienes salvaron y reconstruyeron la catedral, Notre-Dame retomará su ritmo diario a partir del 16 de diciembre”, informa su página Web, que ya da la bienvenida.