Desde la aparición de los jeroglíficos y los alfabetos, pasando por los pergaminos y libros, hasta la llegada de soportes electrónicos, la lectura se consolidó como acompañante en la rutina de las personas. Además de nutrir el saber de los lectores o trasportarlos a lugares fantásticos, los especialistas aseguran que podría ofrecer muchas bondades saludables.
Aquí repasamos que dice la ciencia:
Según una encuesta de la Oficina de Estadísticas Laborales ( BLS), en 2017 los estadounidenses mayores de 15 años pasaron en promedio casi 17 minutos al día leyendo (sin incluir material para el trabajo, escuela o universidad). Este número sería inferior a los casi 23 minutos diarios que se registraron en 2005. Las mujeres tienen un mayor porcentaje por día, alrededor de 20 minutos, en comparación a los 13 que alcanzan los hombres.
Entre los principales responsables de esta reducción se encuentra la falta de interés, de tiempo, o de dinero. Sin embargo, los especialistas advierten que esto no debería naturalizarse, ya que, la lectura cotidiana ofrecería múltiples bondades saludables.
Por ejemplo, al estar en constante contacto con nuevas y variadas dosis de información, se estimula al cerebro para que mejore su capacidad de procesamiento y reflexión. Además, cuanto más leemos, más conocemos, por lo que, inevitablemente se amplía el vocabulario. Esto resultaría útil para aprender nuevos idiomas o mejorar la fluidez al hablar.
Esta idea puede verse reflejada en un trabajo publicado en Science, donde se encontró que las personas que leían regularmente, específicamente ficción, eran más propensas a entender creencias, deseos, y pensamientos diferentes a los suyos.
Keith Oatley, líder del trabajo, explicó que, si bien los seres humanos nos destacamos por realizar intercambios sociales, esta interacción no está preprograma por instinto. Por ello, la lectura puede ser una buena forma de estimular nuestra creatividad y mejorar la experiencia social.
Otro beneficio puede verse en las mejoras cognitivas y la prevención de ciertas enfermedades. Esto se debería a que recordar variedad de personajes, antecedentes, historias, matices y relaciones desafía el funcionamiento del cerebro. La evidencia científica señala que cada nueva memoria que creamos, a su vez forja nuevas sinapsis (vías cerebrales) y fortalece las existentes, lo que ayudaría a recordar a corto plazo, así como a estabilizar los estados de ánimo.
Leer también sería una gran herramienta para combatir el deterioro cognitivo. Científicos de Rush University Medical Center en Chicago, que publicaron sus hallazgos en Neurology, encontraron que este hábito y otras actividades estimulantes, como jugar al ajedrez o juegos de mesa, reduciría el riesgo de demencia.
Muchos profesionales aseguran que algo tan sencillo como compartir una lectura se puede reflejar en el ánimo con el que se enfrenta el día a día de la crianza y en la salud mental de los pequeños. Según analizó un grupo de investigadores de la Escuela de Medicina Rutgers Robert Wood Johnson, quiénes tienen el hábito de leer con sus niños tienen menos posibilidades de participar en una crianza severa.
Además, los pequeños tienen una menor probabilidad de ser hiperactivos o sentirse perturbados. Los resultados también mostraron que la lectura compartida puede generar un vínculo más fuerte entre padres e hijos y menos problemas de atención en los niños.
Los beneficios de la lectura también pueden reflejarse en las habilidades sociales y conductuales. Una revisión que evaluó estudios sobre padres que leían a sus hijos hasta los 6 años, concluyó que los efectos positivos serían para ambas partes, pues traería bienestar mental y mejoraría las relaciones con los demás.
En otro estudio, publicado en Pediatrics, se estudiaron los beneficios de la lectura en voz alta y cómo esta afecta el desarrollo social y emocional de los niños. La investigación se hizo a partir de un programa que comenzaron a aplicar a los participantes desde el momento del nacimiento hasta que cumplieran tres años.
Así, los profesionales descubrieron que estos niños tenían menos problemas de atención y conductas problemáticas, como hiperactividad y agresividad, cuando comenzaban la escuela. Las familias que continuaron participando en el programa después que los niños cumplían tres años, obtuvieron mayores beneficios.
El hábito de leer no solamente es una gran manera de formarse e informarse, sino que también resulta una excelente técnica para entretenernos, relajarnos y potenciar muchas de nuestras capacidades. Así que ¿Qué esperas para ir detrás de ese libro?
Fuente: La Opinión