El joven cineasta Lance Oppenheim se coló por 18 meses en una famosa comunidad de unos 130.00 jubilados de Florida conocida como “The Villages” y plasmó en “Some Kind of Heaven” la muy divertida vida social de estos adultos en sus años dorados, pero también el “delirio” de aislarse en esta fantasía.
Este floridano de 24 años, que estrenará la que es su ópera prima el próximo sábado, dijo en entrevista con Efe que sintió fascinación de que “tantas personas simplemente estaban eligiendo aislarse en el sueño” que es The Villages, la comunidad de jubilados más grande de EE.UU. y uno de los pueblos de más rápido crecimiento en el país.
Después de realizar un corto sobre un retirado que ha estado viviendo en un crucero por 20 años, el documentalista quería explorar aún más las historias de los jubilados.
“Cómo eligen refugiarse o escapar de la realidad al vivir en este tipo de tierra de fantasía, prefabricada, pasando los últimos capítulos de su vida”, señala.
Oppenheim cuenta que poco a poco se fue inmiscuyendo en esta villa en el centro de Florida y en las vidas del matrimonio de Anne y Reggie Kincer, la viuda Barbara Lochiatto y el “Don Juan” Dennis Dean, que a los 81 años está a la cacería de alguna de las adineradas del lugar para salvar su precaria situación económica.
Estos protagonistas de su largometraje, con los que forjó “una amistad de por vida”, además contribuyeron de “forma creativa” con esta producción rodada en 2018 y seleccionada en el Festival de Cine de Sundance 2020.
UNA BURBUJA EMOCIONAL
El “surreal” pueblo de The Villages fue creado en los años ochenta pensando en los llamados “baby boomers” (nacidos después de la II Guerra Mundial), según cuenta el propio Harold Schwartz (1919-2003), su fundador, en imágenes rescatadas en el filme.
La idea era recrear una ciudad como cuando ellos estaban jóvenes, hasta con su propia “fuente de la juventud”. Es “el Disney World para retirados”, relata en el documental.
“No estoy seguro de cuántas otras generaciones optarían, elegirían vivir dentro de este tipo de lugar artificial que les recuerde una época diferente”, dice Oppenheim, quien se graduó en 2019 de Estudios Visuales de la Universidad de Harvard.
“La razón por la que también estoy haciendo esta película es que quería romper la construcción artificial, quería hacer algo que llegara a un lugar emocionalmente más crudo, emocionalmente real, una perspectiva diferente del lugar”, agrega.
A 72 kilómetros (45 millas ) al noroeste de Orlando, sede de los parques temáticos en Florida, los huéspedes de este paraíso geriátrico en el casi permanente clima cálido de Florida lo describen en el filme como “vivir fuera de la realidad”.
“Cuando vives aquí te vuelves joven”, dice uno de los retirados en “Some Kind of Heaven” (“Una especie de cielo”).
Se disfrazan, bailan, beben, tienen clubes de solteros, aprenden actuación, reman, juegan golf, bolos, tenis hacen nado sincronizado y un sinnúmero de actividades sociales, culturales y deportivas.
“Si no disfrutas la vida ahora, nunca lo vas a hacer”, dice otro de ellos.
Oppenheim subraya que experimentar Disney al final de la vida tiene un nivel de delirio, de engaño, “totalmente comprensible” porque no es divertido pensar en la muerte, en todas esas cosas.
Cree que el pensamiento es: “Hago esto como un jubilado de Disney World, para bien y para mal”.
LA SOCIEDAD DE EXTREMOS
El largometraje, dice, “explora sutilmente las consecuencias del costo de vivir dentro de una burbuja”, pero también indaga en aquellos que “no encajan” pero que estaban tratando de pertenecer “a la fantasía del marketing, que es tan frecuente y omnipresente en The Villages”, expresa.
“La razón detrás de eso es que tengo la idea de que si puedes entenderlo, puedes llegar a entender a las personas que están en los extremos de la sociedad”, explica.
El cineasta señala además que en vez de contar las historias extravagantes, políticas o sensacionalistas que persiguen a esta comunidad, como la suspicacia de su alta tasa de enfermedades de transmisión sexual, prefirió sumirse en una historia “más universal”.
Subraya que se centró en inquietudes que le parecen “mucho más identificables y aterradoras” cuando queda poco tiempo de vida.
“Compré esta supuesta fantasía (The Villages) y ahora se ha convertido en una pesadilla y no puedo salir de ella, y todos los que me rodean aparentemente están pasando los mejores momentos de sus vidas”, explica.
Al preguntarle si aprendió algo de la vejez que le ayude a cambiar ahora algo en su juventud, Oppenheim manifestó que encontró “consuelo” en aprender alguna cosas.
“Personalmente me parece muy esperanzador que puedas llegar a los 83 años y que sea posible que aún no tengas tu vida completamente resuelta”, agregó.
“Es inspirador para mí porque simplemente significa que eso es lo que es ser humano”, finalizó.
Fuente: EFE