«Mi pareja no para de jugar a los videojuegos». Esta es una frase que pronuncian muchas personas y que esconde a menudo un problema más serio de lo que parece en un primer momento. Bien es cierto que este tipo de recursos (los videojuegos) se alzan como un potente entretenimiento y que en determinados casos pueden aportar incluso beneficios psicológicos.
Asimismo, hay otro hecho, son muchas las parejas en que ambos son auténticos gamers, es decir apasionados de los videojuegos y consolas. Sin embargo, aún en estas circunstancias, siempre hay uno de los dos que evidencia una predilección más intensa por pasar tiempo ante la pantalla y con unos mandos en la mano. Discusiones, discrepancias, reproches y hasta ultimátums.
Las dinámicas que acontecen en el seno de una relación cuando alguien pasa la mayor parte del tiempo en una actividad, descuidando a la persona amada, pasan factura. Así, lejos de ser el clásico problema entre parejas millenials, es una realidad que se aprecia con frecuencia y que vale la pena analizar.
Mi pareja no para de jugar a los videojuegos: ¿qué debo tener en cuenta?
Les define a ellas y también a ellos. Si bien es cierto que cuando alguien expresa aquello de que mi pareja no para de jugar a los videojuegos visualizamos al instante a un hombre joven con una consola, lo cierto es que también las mujeres tienen esta misma pasión e interés.
Hay otro dato interesante y es que el hecho de que alguien se queje de que su novio/a o cónyuge pase mucho tiempo con esta práctica no es algo que se perciba socialmente como preocupante.
No falta quien señala aquello de “peor sería si bebiera alcohol” o más aún “por lo menos está en casa y no en otro lado”. Estas no son fórmulas de respuesta, estas expresiones dañan y no ayudan. Así, algo que debemos considerar es que si hay algo importante en una relación de pareja es el tiempo que se comparte en común. Tiempo de calidad y significativo, y no en un mismo sofá en el que uno de ellos está presente, pero ausente.
Cuando esta situación se alarga en el tiempo y no hay cambios, la relación sufre fracturas. Lejos de minimizar el impacto que pueden tener los videojuegos en una relación de pareja, es algo que requiere mayor interés y comprensión. Profundicemos en algunos hechos que deberíamos tener en cuenta.
¿Cómo te sientes cuando tu pareja pasa un tiempo excesivo con esta afición?
Podemos llegar a un trato con nuestra pareja, como por ejemplo, dedicar a los videojuegos un tiempo limitado para después poder hacer cosas juntos: ver una serie, salir a cenar, hablar… Sin embargo, al final nos damos cuenta de que esto no se cumple.
Cuando día tras día se repite la misma conducta y no hay cambios, es común experimentar una serie de realidades psicoemocionales:
Te sientes ignorado.
Sueles preguntarte si para tu pareja es más importante pasar tiempo ante una consola en lugar de hacer vida contigo.
Te sientes despreciado e incluso no amado.
Esperas cambios que no aparecen.
Decepción al ver que muchas de las cosas que proyectáis no se cumplen: salir a cenar, ir al cine, ver esa serie que tenéis pendiente…
Tienes la sensación de que aunque tu pareja esté a tu lado en el sofá hace tiempo que te ha abandonado.
Mi pareja no para de jugar a los videojuegos: ¿y si sufre una adicción?
Cuando hablamos de adicciones es común pensar en sustancias como las drogas. Sin embargo, la necesidad compulsiva de jugar a los videojuegos forma parte de lo que se conoce como adicciones comportamentales. Y esto es cada vez más común.
Es más, estudios como los realizados en la Universidad de Londres nos señalan que si bien es cierto que hasta hace mucho no se le prestaba mucha atención, estamos ante un problema de salud mental con seria trascendencia.
Por tanto, cuando alguien nos señala aquello de que mi pareja no para de jugar a los videojuegos, deberíamos valorar si esa persona puede parecer o no un problema real de adicción comportamental. ¿Cómo saberlo? Estas son algunas dimensiones que deberíamos atender.
La persona parece más feliz jugando a los videojuegos que realizando cualquier otra actividad.
Ha dejado de socializar o de realizar otras actividades. Buena parte del tiempo que dispone lo dedica a este entretenimiento.
Descuida otras responsabilidades: tareas del hogar, atención de la pareja, hijos, mascotas, come mientras juega…
Juega también por las noches.
Cuando se le pide que deje de jugar y que pase tiempo con la pareja o realizando otras actividades, se enfada.
La familia y amigos de la persona también se quejan del exceso de tiempo que pasa con los videojuegos.
Señala que solo va a jugar unos minutos o media hora y al final está horas.
¿Qué podemos hacer ante esta situación?
Falta de control sobre el juego, prioridad absoluta de esta actividad, descuido de otras esferas de la vida personal… Estos son los principales indicadores de una adicción a los videojuegos. Por tanto, si nuestra pareja evidencia esta realidad es importante que solicite ayuda psicológica.
Esta no es solo una conducta que defina a los adolescentes de entre 11 y 18 años. Las adicciones a los videojuegos también se dan en la población adulta y tienen un elevado impacto en las relaciones familiares y de pareja. En estos casos, enfoques como la terapia cognitivo-conductual son las más idóneas.
Por otro lado, si mi pareja no para de jugar a los videojuegos y me está descuidando, lo que debo hacer es hablar con ell y pedir cambios. Llegar a un acuerdo sobre los tiempos de juego es algo esencial. Cumplirlo, atender la relación y ser capaz de llevar una vida normal en la que dedicar horas a muchas más tareas fuera de una pantalla, es básico y elemental.
Así, en caso de que estos avances no se cumplan y la persona no esté dispuesta a evidenciar mejora alguna, valoraremos la posibilidad o no de continuar esa relación. Estas son sin duda situaciones que se dan con elevada frecuencia y que debemos tener en cuenta.
Fuente: Mejor con salud