La cafeína, el principal ingrediente activo del café, tiene una reputación bien justificada de ser un estimulante de la energía. Pero la cafeína también es una droga, lo que significa que puede afectarnos de manera diferente a cada uno de nosotros, dependiendo de nuestros hábitos de consumo y de nuestros genes.
“En cantidades moderadas, el café -bebida que contiene cafeína- es estimulante del sistema nervioso central, nos ayuda a disminuir la fatiga, aumenta el estado de alerta y la concentración. Además, tiene propiedades antioxidantes y protege nuestro corazón”, explicó a Infobae la licenciada en nutrición (MN 7722) Romina Pereiro.
“La paradoja de la cafeína es que, a corto plazo, ayuda con la atención y el estado de alerta. Ayuda con algunas tareas cognitivas y con los niveles de energía“, aseguró en diálogo con The New York Times Mark Stein, profesor del Departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la Universidad de Washington, que estudia el impacto de la cafeína en las personas con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). “Pero el efecto acumulativo, o el impacto a largo plazo, tiene el efecto contrario”, advirtió.
Parte de los efectos paradójicos de la cafeína son el resultado de sus efectos sobre lo que los investigadores denominan “presión del sueño”, que alimenta el sueño que sentimos a medida que avanza el día. Desde el momento en que nos despertamos, nuestros cuerpos tienen un reloj biológico que nos impulsa a volver a dormirnos más tarde en el día.
Seth Blackshaw, un neurocientífico de la Universidad Johns Hopkins que estudia el sueño, dijo que los investigadores aún están aprendiendo sobre cómo se acumula la presión del sueño en el cuerpo, pero que a lo largo del día, nuestras células y tejidos usan y queman energía en forma de una molécula llamada trifosfato de adenosina o ATP.
A medida que se gasta ese ATP, porque pensamos, hacemos ejercicio, hacemos mandados o nos sentamos en conferencias telefónicas, nuestras células generan una sustancia química llamada adenosina como subproducto. Esa adenosina se une a los receptores del cerebro, lo que nos hace sentir más somnolientos.
Químicamente, la cafeína parece lo suficientemente similar a la adenosina a nivel molecular que ocupa esos sitios de unión, evitando que la adenosina se una a esos receptores cerebrales. Como resultado, la cafeína actúa para suprimir temporalmente la presión del sueño, haciéndonos sentir más despiertos. Mientras tanto, la adenosina continúa acumulándose en el cuerpo.
“Una vez que desaparece el efecto de la cafeína, se obtiene un nivel muy alto de presión del sueño y hay que devolverlo”, subrayó Blackshaw. De hecho, la única forma de aliviar y restablecer un nivel elevado de presión del sueño es dormir.
Asimismo, cuanto más bebemos cafeína, más desarrollamos la tolerancia de nuestro cuerpo a ella. Nuestro hígado se adapta al producir proteínas que descomponen la cafeína más rápido, y los receptores de adenosina en nuestro cerebro se multiplican, de modo que pueden seguir siendo sensibles a los niveles de adenosina para regular nuestro ciclo de sueño.
“En última instancia, el consumo continuo o mayor de cafeína tiene un impacto negativo en el sueño, lo que también nos hará sentir más cansados”, aseveró Stein. Y añadió: “Si una persona duerme menos y está estresada, y depende de la cafeína para mejorar estos factores, es simplemente una tormenta perfecta para una solución a corto plazo que solo empeorará las cosas a largo plazo”.
Como si esto fuera poco, la cafeína también puede causar picos en el azúcar en la sangre o provocar deshidratación, lo cual puede hacernos sentir más cansados, según Christina Pierpaoli Parker, investigadora clínica que estudia el sueño en la Universidad de Alabama en Birmingham.
Los especialistas advierten que una solución puede ser consumir menos café en un día. “No lo beba todos los días. Idealmente, beber café debería ser divertido y útil, y realmente darnos un impulso cuando lo necesitamos”, destacó Blackshaw.
Mientras tanto, si siente que la cafeína ya no le da energía, los expertos recomiendan tomar una siesta, hacer algo de ejercicio o sentarse afuera y exponerse a la luz natural, lo que puede ayudarnos a recargar energía, naturalmente.
“Controle su sueño y asegúrese de dormir bien. El sueño adecuado y la actividad física son las intervenciones de primera línea para los problemas de atención y la somnolencia. La cafeína es un complemento útil, pero no deberíamos volvernos dependientes de ella”, finalizó Stein.