La festividad de Corpus Christi o Cuerpo de Cristo como también se le conoce, se conmemora con el propósito de adorar la presencia de Jesús en la eucaristía, una solemne celebración que se lleva a cabo el jueves después de la Santísima Trinidad, sesenta días después de su resurrección.
Se trata de una conmemoración que surge en Lieja, Bélgica durante en la Edad Media, específicamente en 1208 por motivaciones de una religiosa llamada Juliana de Cornillon, quien tomó propuso la idea de exponer y bendecir el Santísimo.
“Tomen y coman, esto es mi cuerpo”, partiendo de esta frase, dictada por Jesús ante sus apóstoles en el marco de la ultima cena, se constituyó el sacramento de la eucaristía, fue precisamente este la que hizo surgir la celebración en 1247 cuando se celebró oficialmente por iniciativa del obispo de esa ciudad Roberto de Thorete.
Según cuenta la tradición, en el año 1263, mientras un sacerdote celebraba la misa en la iglesia de la localidad de Bolsena, en Italia, al pronunciar las palabras de consagración y romper la Hostia consagrada, brotó sangre. Este suceso se conoce como “el milagro de Bolsena” y se entendió como un evento santo, lo que hizo que se estableciera como fiesta litúrgica del Corpus Christi. La procesión del Corpus fue instituida en 1264 por el papa Urbano IV, y se extiende a toda la Iglesia por la bula “Trasiturus de Hoc Mundo”.
En los tres siglos siguientes fueron agregándose elementos a la festividad, siendo el cortejo procesional por interior del templo la primera, por disposición del Papa Clemente V durante el concilio de Viena del año 1311. En seguida se añade la procesión solemne con la Hostia consagrada por las calles de Roma en el 1447; Ya en el Concilio de Trento, celebrado entre 1545 y 1563, se decretó que todos los años, en un día declarado festivo a tal fin, se llevara por las calles y las plazas de villas y ciudades en procesión solemne el cuerpo de Cristo.
Las procesiones son a modo de públicas manifestaciones de fe; y por eso la Iglesia las fomenta y favorece hasta con indulgencias. Pero la más solemne de todas las procesiones es la que hoy se celebra. En ella se cantan himnos sagrados y eucarísticos de Santo Tomás de Aquino, el Doctor Angélico y de la Eucaristía.
Algunos de los himnos utilizados tradicionalmente son: Pange lengua; Sacris solemniis; Verbum supérnum; Te Deum, al terminar la procesión; y, Tantum ergo, al volver de la procesión, en torno del altar para finalizar.