Oficiales de salubridad en la República Democrática del Congo, el epicentro de un brote cambiante de viruela símica, afirman que no tienen ni siquiera las herramientas más básicas necesarias para contener y tratar el virus.
El país tiene una capacidad limitada para diagnosticar casos de viruela símica, justo cuando la transmisión y la presentación de la enfermedad están cambiando. Esta situación ha complicado las medidas tomadas para identificar a los contactos y establecer la verdadera escala y propagación del brote.
No existe ningún tratamiento antiviral efectivo para la viruela símica en la República Democrática del Congo. Además, en el país escasean los medicamentos necesarios para darles tratamiento a las personas que sufren las dolorosas lesiones causadas por la viruela símica. Su frágil sistema de salud pública batalla para proporcionarles a los infectados la atención básica, que se ha demostrado mejora la tasa de supervivencia aun si no se tienen fármacos antivirales.
Encima, el país todavía está esperando vacunas para iniciar una campaña a fin de proteger a los trabajadores de los servicios de salud y los contactos cercanos de los infectados e intentar contener la propagación del virus.
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“Cuando la Organización Mundial de la Salud declaró una emergencia en 2022, creímos que recibiríamos ayuda con la vigilancia y para comprender de verdad esta enfermedad”, comentó Jean-Jacques Muyembe-Tamfum, director del Instituto Nacional de Investigaciones Biomédicas (INRB, por su sigla en francés) en Kinshasa, República Democrática del Congo.
“Luego el número de casos bajó muy rápido en Occidente, así que ya no hubo interés, pero aquí los casos todavía iban en aumento”, explicó Muyembe-Tamfum, quien se ha dedicado al estudio de la viruela símica desde 1970, cuando se diagnosticaron los primeros casos.
Ahora, los investigadores en la República Democrática del Congo batallan para comprender el comportamiento de una variante nueva del virus de la viruela símica que se propaga por contacto sexual y por cualquier tipo de contacto estrecho o íntimo, y podría transmitirse con más facilidad.
Una forma de viruela símica, conocida como Clade 1a, se ha propagado en la República Democrática del Congo desde hace varios años y afecta principalmente a niños que tuvieron contacto con animales silvestres en la selva. Sin embargo, el año pasado la viruela símica también comenzó a propagarse entre los adultos jóvenes en el este de la República Democrática del Congo, donde casi no se había observado.
Muyembe-Tamfum y sus colegas rastrearon el brote hasta un pueblo minero llamado Kamituga, donde descubrieron que las trabajadoras sexuales y sus clientes, mineros de oro, muchos de los cuales eran migrantes de países vecinos, formaban parte de una red que impulsaba la propagación del virus.
En algunos pacientes, el nuevo subtipo del virus, conocido como Clade 1b, parece causar lesiones únicamente en los genitales, no en las extremidades ni el rostro, como ocurría en la República Democrática del Congo. Por lo tanto, algunos podrían ocultar la infección si les preocupa que los estigmaticen o no quieren perder ingresos por pasar tiempo en un centro de tratamiento.
Algunos de estos pacientes no están buscando atención ni quieren que los identifiquen, señaló Placide Mbala, quien dirige la división de epidemiología y salud global del INRB en Kinshasa.
Solo el 30 por ciento de los casos supuestos de viruela símica en la República Democrática del Congo se confirman con pruebas moleculares, indicó el ministro de Salud, Samuel-Roger Kamba. El resto se diagnostica con base en los síntomas clínicos (algunas infecciones pueden confundirse con el virus que causa la varicela o con infecciones de transmisión sexual).
“Necesitamos medios para hacer pruebas al mayor número posible de casos sospechosos para estar seguros de que identificamos a todas las personas que tienen el virus”, aseveró Kamba.
La capacidad de la República Democrática del Congo para realizar pruebas de reacción en cadena de la polimerasa (PCR, por su sigla en inglés), la referencia de diagnóstico, mejoró con ayuda internacional durante la pandemia de COVID-19. Pero todavía hay solo seis laboratorios que procesan las pruebas en la República Democrática del Congo, un país del tamaño de Europa Occidental.
En algunos lugares, las muestras tomadas de lesiones de posibles pacientes deben viajar dos días para llegar a un laboratorio, comentó Mbala.
No solo eso, sino que el costo es prohibitivo: una prueba de viruela símica realizada con una máquina GeneXpert de PCR requiere dos cartuchos desechables, cada uno con un precio de unos 11 dólares, mientras que la prueba en un laboratorio nacional cuesta entre 5 y 10 dólares cada una.
“Necesitamos, por lo menos, un laboratorio que pueda hacer estas pruebas en cada una de las 26 provincias”, afirmó Dieudonné Mwamba, director del Instituto Nacional de Salud Pública de la República Democrática del Congo.
No se cuenta con pruebas rápidas de viruela símica. Cuando la propagación del virus causó la emergencia global en 2022, las empresas de diagnóstico comenzaron a desarrollar pruebas nuevas, pero se olvidaron del proyecto cuando desapareció el mercado de ingresos altos y la viruela símica volvió a su categoría de enfermedad tropical olvidada.
Ninguna de esas pruebas pasó a la etapa de pruebas en campo ni revisión regulatoria. “Hay algunas pruebas en proceso, pero se requiere más dinero para validarlas rápidamente”, explicó Emmanuel Agogo, director de amenazas pandémicas en la organización sin fines de lucro Foundation for Innovative New Diagnostics.
Aclaró que todavía no se sabe a ciencia cierta si las pruebas estándar PCR de viruela símica que hay en el mercado pueden detectar de manera consistente y efectiva el nuevo subtipo del virus Clade 1b. El jueves, la OMS inició un proceso de licencia para uso en emergencias de las pruebas de viruela símica e invitó a los fabricantes a presentar sus datos, con la intención de ampliar las opciones.
La República Democrática del Congo también tiene dificultades para ofrecerles atención a los pacientes ya diagnosticados.
La viruela símica causa una fiebre elevada y lesiones dolorosas. Un fármaco antiviral llamado tecovirimat les dio alivio a los pacientes en un ensayo en Estados Unidos y Europa en 2022 y 2023.
Pero un estudio que todavía no se publica realizado hace poco en la República Democrática del Congo por el INRB y el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos reveló que tecovirimat no funciona ahí.
Mbala y otros investigadores que trabajaron en ese ensayo resaltaron un hallazgo clave: el fármaco no redujo la cantidad de tiempo que los pacientes tenían las lesiones. No obstante, la tasa de mortalidad fue la misma para quienes recibieron el fármaco y quienes recibieron el placebo, y fue mucho menor que la usual en la República Democrática del Congo.
Eso sugiere, según los investigadores, que la atención de alta calidad como la que recibieron los participantes del estudio ayuda a los pacientes de viruela símica a sobrevivir. Pero esa atención es mucho más compleja de lo que pueden ofrecer la mayoría de las clínicas congolesas.
Los pacientes necesitan analgésicos, antibióticos para tratar las infecciones bacterianas contraídas a través de lesiones, medicamentos para controlar la fiebre y apoyo para mantener su nutrición e hidratación, y todo eso puede escasear, señaló Mwamba.
Añadió que los niños, que representan la mayoría de los más de 500 fallecimientos a causa de la viruela símica en la República Democrática del Congo en lo que va del año, en general son más vulnerables debido a otros problemas de salud, como la desnutrición, el sarampión y la malaria.
Nathalie Strub Wourgaft, quien encabeza la red PANTHER, creada durante la crisis de COVID con el objetivo de establecer con rapidez ensayos clínicos para las pandemias de África, informó que se está realizando otro ensayo clínico de un posible tratamiento antiviral para la viruela símica en la República Democrática del Congo.
Se planea ampliar ese ensayo a otros países africanos con transmisión de viruela símica. Pero indicó que, fuera de eso, hay pocas posibilidades de tratamiento en desarrollo.
Aunque no se han desarrollado vacunas específicas para la viruela símica, las agencias de salud de los países con ingresos altos emitieron autorizaciones de emergencia a vacunas para la viruela, un virus relacionado, durante el brote de 2022. Los ensayos clínicos revelaron que esas vacunas ofrecen una protección significativa contra la viruela símica.
El gobierno de la República Democrática del Congo autorizó el uso de las vacunas, pero no tiene ninguna. Algunas dosis que donaron la Unión Europea y Estados Unidos van avanzando en las etapas logísticas para su entrega y distribución. La burocracia ha retrasado la compra de dosis adicionales de la vacuna de Gavi y la UNICEF, las principales fuentes de inmunización para la República Democrática del Congo.
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Por: Itzel Olivo