Las sospechas sobre Huawei Technologies Co. son cada vez más sólidas. Las denuncias sobre sus oscuras prácticas se multiplican a diario. No sólo en los Estados Unidos. No sólo en Europa. Ahora, en uno de sus principales mercados: África. En algunos países de aquel continente, la megacompañía china reina casi a voluntad.
Su reinado se basa sobre todo en las alianzas con algunos de los regímenes que allí permanecen gracias a su invalorable aporte. Ayuda que viene acompañada de la bendición del Partido Comunista Chino, órgano que invita a gobernantes africanos a visitar la planta de la gigante tecnológica en Shenzhen, seduciéndolos con todo tipo de artes y promesas.
En Uganda y Zambia, por ejemplo, han ayudado al poder de turno a espiar a los rivales políticos. Al parecer, los empleados de la empresa tenían tiempo para esos favores ¿fuera de contrato?
El caso fue revelado por el diario norteamericano The Wall Street Journal en su edición de este jueves. En el artículo describe cómo funcionó el mecanismo que sirvió para interceptar y desbloquear comunicaciones encriptadas de opositores, hackear sus redes sociales o rastrearlos en tiempo real. Hasta uno de los gobiernos favorecidos agradeció públicamente la gestión.
Los técnicos de la firma china constituyeron entonces la solución al problema que enfrentaba el régimen: espiar a un rival del presidente Museveni. Necesitaron dos días para cumplir con su misión. Fue así que consiguieron penetrar sus diálogos a través Whatsapp y de Skype. Documentaron todos sus movimientos.
Gracias al singular servicio, Huawei consiguió algo de oxígeno para su aliado en el poder. Hackear diálogos en los cuales supieron cuándo y dónde se organizarían los seguidores de Kyagulani. Tanto él como varios de sus seguidores fueron apresados.
Ante la investigación de The Wall Street Journal, la compañía china intentó mostrarse indignada. “Nunca estuvimos envueltos en actividades de hackeo”, señalaron en un escueto comunicado enviado a los tres periodistas que participaron de la investigación. Aseguraron no tener la capacidad para hacerlo. Raro: los técnicos que participaron del operativo contra Bobi lo hicieron desde el tercer piso del departamento de policía en Kampala, la capital de la nación africana.
Relativamente cerca de allí, a 1600 kilómetros, en Zambia, otro presidente, Edgar Lungu también sospechaba de sus rivales y no tenía las herramientas necesarias para atraparlos. Es por eso que ordenó un sistema de espionaje que no fue suficiente. Fue por ello que su policía digital debió recurrir a expertos chinos. Casualmente, trabajaban para la empresa de tecnología más grande del mundo a la que Beijing protege.
En esta oportunidad fueron dos los expertos de Huawei contratados por el gobierno zambiano. Trabajaron en conjunto desde agosto de 2018 hasta fines de abril de 2019. Dedicaron sus conocimientos a infiltrarse en las redes y los teléfonos de bloggers molestos para el régimen. Liswaniso Songiso, Patrick Mweetwa, Derrick Munshya y EmmanuelKamosha, los espiados, fueron detenidos tras el “exitoso” hackeo.
El servicio será difícil de negar para la multinacional salpicada. Fue el propio partido oficialista Frente Patriótico el que agradeció en un post en su perfil de Facebook los servicios. “La policía de Zambia junto con Zicta -Autoridad de Información y Tecnologías Comunicacionales de Zambia- y expertos chinos de Huawei han logrado rastrear a los administradores de una página de Facebook Koswe”.
El gobierno de Zambia y Huawei tienen múltiples negocios en conjunto. Sobre todo en aquellos estados con la misma bandera política de Lungu. Otra vez, la firma china negó todo. Por lo bajo, agradeció a su socio, el presidente Lungu.
La revelación fue hecha en momentos en que la tecnológica pretende quedarse con el manejo mundial de los datos con el tendido de su propia red de 5G en todos los continentes.
Sin embargo, cada vez más países están alertas sobre los peligros de que este tipo de estructura digital quede en manos de una empresa china con tal poder. Es que por ley toda compañía de aquel origen tiene la obligación de nombrar un delegado del Partido Comunista Chino en su directorio. De esta manera, el órgano que rige la vida de más de mil millones de personas tendría acceso a información confidencial y hasta podría obligar a a los técnicos a espiar a determinados protagonistas e instituciones de todo el planeta. Tal como ya hacen en Zambia y Uganda.