La Paz, (EFE).- Las elecciones en Bolivia abrieron la posibilidad de una segunda vuelta entre el presidente del país, Evo Morales, y el opositor Carlos Mesa, por primera vez desde que el dirigente indígena llegó al poder hace más de trece años.
Aunque los primeros datos del órgano electoral son solo preliminares y los definitivos pueden tardar días, la jornada deja sabor a victoria para el expresidente Mesa y la esperanza para Morales de que lo que queda del recuento, en su mayoría voto rural, le evite una nueva cita electoral en diciembre.
Carlos Mesa, candidato de la alianza opositora Comunidad Ciudadana, comparecía ante los suyos en La Paz con una amplia sonrisa, mientras que Evo Morales, que concurre a la reelección por el gubernamental Movimiento al Socialismo (MAS), se hacía esperar algo más y las caras que le rodeaban no eran tan sonrientes.
Acompañado de miembros de su Gobierno como el vicepresidente Álvaro García Linera, que le acompaña en el poder desde 2006, Morales proclamó “un nuevo triunfo” tras conocer que acapara provisionalmente cerca del 46 por ciento de los votos.
Su rival, el expresidente Mesa, que ya gobernó el país entre 2003 y 2005, obtiene por ahora alrededor del 38 por ciento.
Con estos porcentajes, ambos irían a una segunda vuelta, que sería en diciembre, puesto que ninguno alcanza el 50 por ciento para ser proclamado ya vencedor, ni el 40 con diez puntos de ventaja sobre el segundo, como establece la ley electoral.
Morales, el presidente con más tiempo en el poder en la historia de Bolivia, confía en que avance el escrutinio, por ahora al 83 por ciento, para que el 16 por ciento restante, la mayoría voto rural que siempre le ha apoyado, le evite una nueva cita con las urnas.
El primer presidente indígena de Bolivia salido de unas elecciones, uno de los pocos en la historia de toda América Latina, ya se ve eso sí con una nueva mayoría parlamentaria, como con la que ahora gobierna con los dos tercios del Parlamento, aunque está por confirmar por el órgano electoral.
Morales ganó en 2005 con el 53,72 por ciento de los votos, en 2009 con el 64,22 y en 2014 con el 63,36.
La figura de la segunda vuelta electoral fue introducida en la normativa boliviana con la nueva Constitución que Morales promulgó en 2009.
El haber logrado que provisionalmente no haya alcanzado esta vez una nueva mayoría en primera vuelta es ya un “triunfo contundente” para Mesa, un reconocido intelectual que en estos comicios volvía a la escena electoral tras haber renunciado a presidente en 2005 en medio de una grave convulsión social en el país sudamericano.
“Mesa presidente”, gritaban los suyos, confiados de estar “en la ruta hacia el triunfo definitivo” en diciembre.
Su invitación a aglutinar el voto opositor, algo que no ha sido posible entre las ocho candidaturas que se enfrentan a Morales, tuvo su primer eco en Óscar Ortiz, el candidato de la alianza Bolivia Dice No, que llamó a apoyar a Mesa en esa hipotética segunda vuelta.
El senador Ortiz va cuarto con el 4,32 por ciento de los votos, superado por la sorpresa de estos comicios, el pastor presbiteriano de origen coreano Chi Hyun Chung, que de momento sitúa tercero al Partido Demócrata Cristiano.
El resto de candidaturas opositoras quedan por ahora por debajo del 3 por ciento que establece la ley para que mantengan su personalidad jurídica, con lo que corren el riesgo de desaparecer del escenario político boliviano partidos históricos como el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) que gobernó el país en momentos clave.
Las elecciones a las que estaban llamados 7,3 millones de bolivianos, en el país, donde el voto es obligatorio, y en el exterior, donde es voluntario, discurrieron con normalidad, sin incidentes que impidieran la votación.
El órgano electoral debe publicar en los próximos días los datos de la votación a presidente, vicepresidente, diputados y senadores para el periodo 2020-2025, año en que Bolivia celebrará el bicentenario de su independencia.
Entonces se verá si Morales puede llevar hasta 2025 la que llama su agenda patriótica hasta el bicentenario o Mesa cierra su larga etapa en el poder en Bolivia.