En 2008, la revista Popular Science reveló que un equipo de investigadores de las universidades de Washington y Massachusetts había logrado piratear un marcapasos y manipular a distancia algunas de sus funciones. En teoría, de este modo sería posible detenerlo o acelerarlo hasta matar a su portador. Y no, no es un asunto exclusivo de la ciencia ficción. El exvicepresidente estadounidense Dick Cheney ordenó desactivar la conexión wifi de su marcapasos –una tecnología que permite a los médicos detectar en el acto posibles problemas– para prevenir este tipo de situaciones.
Es más, en 2012, Barnaby Jack, un programador neozelandés mostró que podía activar de forma remota todos los dispositivos de este tipo situados en un radio de diez metros y hacer que emitiesen una descarga eléctrica letal. Algunos expertos en seguridad informática advierten de otro posible modo de ataque: acceder a los archivos médicos en los que se indica el tratamiento que debe seguir un paciente ingresado en un hospital y cambiar las dosis de fármacos o los medicamentos prescritos por otros que afecten negativamente a su salud.
Incluso nuestro propio coche podría matarnos de forma parecida. En 2010, un grupo de ingenieros especializados en seguridad vial logró acceder al sistema de navegación de un automóvil a través de su conexión a internet. Entre otras cosas, pudieron hacer que el motor acelerase y desactivar sus frenos.
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