Durante 16 años, este ojo sensible a la luz infrarroja reveló los secretos del cosmos - N Digital
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Durante 16 años, este ojo sensible a la luz infrarroja reveló los secretos del cosmos

El jueves 30 de enero, se apagó y se quedó en silencio el telescopio espacial de la NASA llamado Spitzer. Pero incluso durante su última semana de funcionamiento, esta nave espacial estuvo realizando observaciones excepcionales.

El telescopio, del tamaño de un automóvil sedán, sigue a la Tierra en su órbita alrededor del Sol, pero ya ha quedado rezagado unos 254 millones de kilómetros detrás de ella. En últimas fechas, sus ojos que captan la luz infrarroja se han centrado más en tomar mediciones sensibles del fino polvo cósmico que invade el espacio existente entre los planetas de nuestro sistema solar. Las imágenes resultantes permitirán a los investigadores entender mejor nuestro entorno celeste al tiempo que influyen en los modelos de los mundos que giran alrededor de otras estrellas y facilitan nuestra comprensión del universo primitivo.

Desde su lanzamiento el 25 de agosto de 2003, el Spitzer ha hecho contribuciones excepcionales para la ciencia. Nos proporcionó más imágenes de galaxias distantes, de nuevas estrellas y de exoplanetas cercanos, así como de asteroides, cometas y otros objetos de nuestro sistema solar. Sus cámaras infrarrojas han observado el universo en una luz imperceptible para el ser humano y ofrecido imágenes del cielo que de otra manera no estarían a nuestro alcance.

“No existe ningún campo de investigación en el que Spitzer no haya participado”, señaló Daniela Calzetti, astrónoma de la Universidad de Massachusetts, campus Amherst, quien ha usado este telescopio para estudiar la evolución de la galaxia.

Entre lo más destacable de los descubrimientos del Spitzer en sus más de 16 años tenemos:

— La detección de un anillo alrededor de Saturno que nunca antes se había visto;

— El cálculo del momento en la historia del cosmos —hace 10.000 millones de años— en que la formación de estrellas alcanzó su máximo nivel;

— Y el descubrimiento, como parte de su hallazgo más famoso, de cuatro de los siete planetas del tamaño de la Tierra que giran alrededor de una estrella conocida como Trappist-1.

“De verdad, en especial para mí, se trata del final de una era”, comentó Heather Knutson, astrofísica del Instituto de Tecnología de California, quien, como estudiante de posgrado, utilizó el telescopio para cartografiar vientos de alta velocidad en un exoplaneta caliente del tamaño de Júpiter. “El Spitzer ha existido todo el tiempo que me he dedicado a la ciencia. No recuerdo una época sin él”.

El final de la misión de una nave espacial siempre es un buen momento para la reflexión. Pero la conclusión del Spitzer es en especial desafiante para los astrónomos que emplean la tecnología infrarroja, y muchos de ellos no quisieran tener que despedirse todavía de él.

“Desde un punto de vista exclusivamente técnico, podría seguir funcionando”, afirmó George Helou, quien también es astrónomo en el Instituto de Tecnología de California y participó en una evaluación de la NASA para determinar si el telescopio debería seguir en funcionamiento. “La decisión se tomó en un momento en que parecía que lo lógico era concluir la misión ahora”.

El telescopio ha sido parte del programa de los Grandes Observatorios de la NASA, el cual incluye el famoso Telescopio Espacial Hubble, el Observatorio Chandra de Rayos X, que aún está en órbita, y el Observatorio de Rayos Gamma Compton, ya destruido.

Pese a que los componentes del Spitzer están envejeciendo, algunos científicos han insinuado que el observatorio, en general, está en muy buen estado y que podría mantenerse en funcionamiento durante al menos otro año.

La decisión de desconectar el Spitzer se tomó en 2016 cuando la NASA evaluó los resultados científicos con relación al costo de sus diversas tareas. El telescopio obtuvo calificaciones muy bajas en la evaluación. Los administradores decidieron concluir la misión de la nave en 2019, más o menos un año después de la fecha en que estaba programado el lanzamiento del gigantesco Telescopio Espacial James Webb, el cual podrá hacer observaciones con tecnología infrarroja.

Sin embargo, algunos problemas tecnológicos han retrasado varias veces la puesta en órbita del Webb, cuya fecha de lanzamiento actual es para marzo de 2021, aunque podría posponerse todavía más. Como consecuencia, el trabajo del Spitzer se extendió hasta enero de 2020. No obstante, la NASA se rehusó a extenderlo más tiempo aludiendo a la dificultad para comunicarse con la nave espacial. Esto dejaría un vacío si ocurriera en el cielo algún evento que pudiera ser aprovechado por sus cámaras infrarrojas de alta calidad, que continuarán en el espacio.

Spitzer le cuesta a la NASA menos de catorce millones de dólares por año, y el gasto general de todo su tiempo de vida se ha calculado en aproximadamente 1300 millones de dólares, una ganga en comparación con el costo acumulado calculado del Hubble, que asciende a 8000 millones de dólares. La información de este telescopio infrarrojo se ha utilizado en más de 8700 artículos de investigación y, respecto a su impacto científico por año de funcionamiento, el Spitzer supera por mucho a otros telescopios espaciales.

“Me gusta considerar al Spitzer como la pequeña locomotora que sí pudo”, comentó Nikole Lewis, astrofísica de la Universidad Cornell en Ithaca, Nueva York.

A lo largo de su trayectoria, este telescopio siempre superó las expectativas. Su primera misión, la cual requirió refrigerante de helio líquido para mantener sus espejos a una temperatura de -273 grados Celsius, iba a durar dos años y medio. Pero el hábil trabajo de ingeniería amplió este periodo a cinco años y medio. Pese a que el refrigerante se terminó en 2009, los operadores hallaron formas ingeniosas de seguir usando dos de sus tres cámaras y continuar con la misión.

No obstante, la posición actual del Spitzer en el espacio le está perjudicando. La nave espacial fue colocada lejos de nuestro planeta de tal modo que el calor de la Tierra no interfiriera con las observaciones. Pero con el paso del tiempo se ha ido alejando cada vez más. A fin de comunicarse con los controladores del Laboratorio de Propulsión a Reacción de la NASA en Pasadena, California, el Spitzer tiene que inclinarse y orientar su antena, lo que le impide captar energía solar y expone su parte inferior al Sol, lo cual distorsiona las imágenes.

En algún momento en un futuro cercano, la geometría del Sol, la Tierra y el telescopio dificultará demasiado la comunicación y la gestión del observatorio, afirmó Paul Hertz, director de la división de astrofísica de la NASA.

Los operadores de la nave espacial en la Tierra descargaron del observatorio los datos remanentes de ciencia e ingeniería y luego transmitieron la orden de su desconexión final el jueves 30 de enero justo antes de las 5 p. m. hora del este. Según la NASA, unos 15 minutos después, la orden llegó a la sonda y la puso a hibernar, o en modo de seguridad, lo cual se confirmó a las 5:30 p. m.

“Todos los que han trabajado en esta misión deben estar muy orgullosos ahora”, señaló Joseph Hunt, gerente de proyecto del Spitzer. “Existen literalmente cientos de personas que contribuyeron de manera directa para el éxito del Spitzer y miles que usaron su capacidad científica para explorar el universo”.

El hardware especial de control en Pasadena será desmantelado, lo que volverá poco probable que el Spitzer se vuelva a activar.

Los investigadores entienden el motivo de la desconexión de la nave espacial, pero su comunidad no puede evitar sentir cierta tristeza.

“Yo podría argumentar muchas razones por las que el Spitzer debería seguir funcionando”, comentó Sean Carey, astrónomo del personal directivo del Centro Científico del Spitzer en el Instituto de Tecnología de California. “Pero respeto el proceso”.

Si no estuvieran tan ocupados en los planes del próximo lanzamiento del telescopio Webb, los astrónomos que utilizan la tecnología infrarroja tal vez estarían más abatidos. Gracias a su espejo de 6,4 metros, Webb eclipsará la capacidad para captar la luz del espejo de 84 centímetros del Spitzer, lo cual contribuirá a que se dé respuesta a muchas preguntas que el antiguo observatorio dejó sin contestar.

El Spitzer pudo detectar la dinámica de las galaxias más distantes en el universo, pero, cuando despegue, el Webb podrá ver todavía más lejos y ayudará a determinar cómo se formaron las primeras estrellas y galaxias. Además, aunque el Spitzer pudo identificar algunas moléculas en atmósferas exoplanetarias, su sucesor explorará muchos más planetas y los analizará para encontrar los bloques de la composición química de sus organismos vivos.

Sin embargo, el Spitzer ha sido transformador y deja un extenso archivo de datos que servirá como fuente para futuros descubrimientos.

El telescopio pasará el resto de sus días vagando tranquilamente por el espacio. Aquí, en la Tierra, su impacto continuará.

“El Spitzer ha transformado la forma en que nosotros, como sociedad, hemos visto el universo”, dijo Carey, del Instituto de Tecnología de California, y añadió que el próximo año su hijo entrará a sexto año, donde el temario de la asignatura de ciencias incluirá una sección relativa al sistema de siete planetas Trappist-1.

Fotografía proporcionada por la NASA que muestra a los técnicos trabajando en las instalaciones del telescopio espacial infrarrojo, después denominado Telescopio Espacial Spitzer, en el Centro Espacial John F. Kennedy en Florida el 29 de marzo de 2003. (NASA/JPL vía The New York Times)

c.2020 The New York Times Company

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