El cine argentino, ante un panorama "gravísimo" por el impacto del COVID-19 - N Digital
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El cine argentino, ante un panorama “gravísimo” por el impacto del COVID-19

Buenos Aires.- Cerca de un centenar de producciones suspendidas, varios miles de trabajadores parados y ni una sola sala de cine abierta desde el 20 de marzo: así afecta la pandemia al cine argentino, uno de los más aclamados de América Latina y que, tras varios meses de cuarentena, afronta un año cargado de incertidumbre.

“Esto es gravísimo. Todavía no podemos terminar de ver lo grave que es, todos estamos completamente parados”, relata a Efe por teléfono Vanessa Ragone, productora de cine y presidenta de la Cámara Argentina de la Industria Cinematográfica (CAIC).

Por el momento, no existen planes a corto plazo para retomar los rodajes ni tampoco para reabrir las salas a los espectadores, justo cuando se cumplen tres meses y medio del cierre total de los cines en Argentina, tanto en las zonas con cuarentena obligatoria -como Buenos Aires y su área metropolitana- como en aquellas que ya flexibilizaron el aislamiento.

Y si bien es cierto que la llegada del COVID-19 ha afectado por igual a todas las ramas de la cultura, el audiovisual argentino ha sufrido de una forma especialmente cruenta la parálisis de sus actividades, al representar un tercio de toda la producción cultural y el 0,71 % del producto interior bruto del país suramericano.

UN SECTOR QUE YA ERA INESTABLE

La pandemia irrumpió en un momento delicado para el cine argentino, que en 2019 atravesó un año “muy complejo”, tanto por la pérdida de cuota de pantalla entre los espectadores como por la propia situación de la economía nacional, en recesión desde mediados del 2018.

“La inexistencia de créditos a tasas razonables realmente complicó muchísimo la producción. Es muy difícil activar una película cuando uno no puede conseguir un crédito, o el crédito tiene una tasa del 60 % anual, es casi imposible”, explica Ragone sobre la situación previa al coronavirus.

A esto se añadió en los últimos años la falta de “créditos blandos” otorgados por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) -organismo público encargado de conceder ayudas-, así como la “dificultad” en el acceso a las pantallas cinematográficas.

De hecho, el propio INCAA, presidido por el ganador del Oscar Luis Puenzo, recordó en su último informe de gestión que “la emergencia económica que atraviesa la industria audiovisual es anterior a la ampliación de la emergencia sanitaria”.

ALREDEDOR DE VEINTE RODAJES CANCELADOS

Más allá de esa incipiente crisis del sector, la instauración de la cuarentena obligatoria obligó a suspender una veintena de producciones en Argentina, unos proyectos que “tuvieron que cancelar sus rodajes sin terminarlos, lo cual es gravísimo”.

“Pensando que en Argentina se producen más o menos 110 películas por año, recién estaba comenzando el año y hay unas veinte películas paradas. Con tranquilidad hay 80 proyectos entre documentales y películas de ficción que no se van a rodar o que no se están pudiendo rodar”, señala la presidenta de la CAIC.

Dicho diagnóstico coincide con el de Guido Valerga, secretario general del Sindicato de la Industria Cinematográfica Argentina (SICA), que cifra en un 90 % los proyectos nacionales en los que “la parálisis fue total”.

El último largometraje argentino que se pudo ver en cines este año fue ‘Ni héroe ni traidor’, un drama ambientado en la guerra de las Malvinas que apenas logró llevar a las salas a 539 espectadores: justo una semana después de su estreno, el 12 de marzo, el Gobierno argentino decretó el aislamiento obligatorio de la población.

Desde entonces, la única vía que tienen los productores para estrenar sus películas es a través del INCAA, que de forma excepcional puso a disposición la plataforma Cine.ar Play y el canal de televisión en abierto Cine.ar para dar salida a esos proyectos y obtener, de paso, algo de retorno económico mientras dure la emergencia sanitaria.

UNA ACTIVIDAD “INCOMPRENDIDA”

Esa parálisis de la industria trajo enormes consecuencias, con miles de técnicos y artistas que no tienen fácil acceso a las ayudas estatales “porque es una actividad muy incomprendida”.

“Muy pocas empresas argentinas tienen un poder económico como para subsistir demasiado tiempo, no somos receptores de casi ninguna de las ayudas que el Gobierno ha dado. Por la característica extraña de nuestro trabajo, no entramos muy fácilmente en las ayudas”, señala Ragone.

Detrás de todas esas estrellas que pueblan los carteles, entre bambalinas, a la sombra, existe un enorme elenco de trabajadores que sólo cobra por las tareas que realiza y cuya única fuente de ingresos se cortó con la interrupción de los rodajes.

El SICA consiguió compensarlo en parte, a través de un acuerdo con las productoras para que, al menos, dedicaran un pequeño porcentaje del salario a esos técnicos por los proyectos que quedaron en la estacada.

Una situación que terminó por evidenciar esa “fragilidad” con la que ya convivían los trabajadores del audiovisual, obligados por la pandemia a pedir créditos bancarios porque los subsidios estatales “no logran satisfacer las necesidades con las que se viene llevando adelante el costo de vida”.

“En el mejor de los casos, (la salida de la pandemia) va a ser con una cantidad importante de trabajadoras y trabajadores endeudados, porque teniendo asistencia del Estado es muy difícil poder abordar todos los gastos que puedas tener”, subraya el responsable del SICA.

“HAY QUE VOLVER A ENAMORAR A LA GENTE”

Pese a los múltiples galardones y premios cosechados por todo el mundo -entre ellos el Oscar a mejor película internacional por “La historia oficial” (1985) y “El secreto de sus ojos” (2009)-, el panorama posterior a la pandemia no podría ser más preocupante para el cine argentino.

Desde la óptica de los productores, las medidas de distanciamiento social añadirán un “nuevo costo” a los rodajes, sumado a la enorme dificultad que supondrá llenar las salas de cine en el contexto actual, según argumenta Vanessa Argone.

“Hay que ver si la gente querrá volver a las salas del cine, o la experiencia de usuario en casa les alcanza. Creo que hay que volver a enamorar a la gente del consumo en la pantalla (de cine). Realmente no sé cuánta gente querrá encerrarse en un cine, hay una sensación de temor que todavía está presente en la sociedad”, reconoce la presidenta de la CAIC.

Por lo que respecta a la situación de técnicos, actores y realizadores cinematográficos, el Ministerio de Cultura argentino está trabajando en un plan de ayudas dedicado al sector cultural en su conjunto, que incluirá subsidios diferentes a los que se venían otorgando hasta ahora.

Todo ello con un único propósito: mantener a flote un estilo de cine único en América Latina, capaz de maravillar durante las últimas décadas a millones de espectadores de todo el globo.

Fuente EFE

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