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¿Qué es un hidrocele y cuál es su tratamiento?

hidrocele

La palabra hidrocele proviene del griego hydros que significa ‘agua’ y cele que se traduce como ‘quiste’ o ‘tumor’. Consiste en una acumulación de líquido en el escroto. En concreto, en una capa de revestimiento delgada que recubre el testículo, denominada túnica vaginal.

Lo cierto es que el hidrocele es una situación muy frecuente. Sobre todo afecta a los recién nacidos, aunque puede aparecer a cualquier edad.

A pesar de que en muchos casos el hidrocele es algo pasajero y benigno, en otro porcentaje de pacientes requiere establecer un abordaje. Por ello, en este artículo te explicamos todo lo que debes saber sobre esta patología, por qué se produce y cómo se trata.

¿En qué consiste un hidrocele?

Antes de explicar en qué consiste el hidrocele, es importante conocer cómo es la anatomía de los testículos. Los testículos son los órganos genitales masculinos. Se encargan de producir espermatozoides y hormonas sexuales, como la testosterona.

Los testículos se encuentran alojados en el escroto o bolsa escrotal, por debajo del pene. Están formados por diferentes capas de tejido. De hecho, están recubiertos por dos capas de conectivo que reciben el nombre de túnica albugínea y túnica vaginal.

La túnica vaginal tiene a su vez dos capas, una visceral y otra parietal. Lo que ocurre en el hidrocele es que se acumula líquido entre estas dos capas. Por eso se produce una hinchazón en el escroto.

Tipos de hidrocele

Según explica un artículo de la Clínica Cleveland, el hidrocele puede ser de diferentes tipos: comunicante o no comunicante. El comunicante es aquel que se produce a consecuencia de un cierre incompleto de la túnica vaginal o el anillo inguinal.

Esto hace que haya una comunicación entre la cavidad peritoneal y el escroto. La túnica vaginal es incapaz de reabsorber todo ese líquido, por lo que se acumula.

Es común que se acompañe de una hernia inguinal. O sea, que una parte del intestino o de otro órgano abdominal protruya a través de un punto débil de la zona.

Por otra parte, en el hidrocele no comunicante sí está cerrado el anillo inguinal. Aquí el líquido queda retenido dentro de la túnica vaginal y no logra reabsorberse. Por lo general, desaparece por sí solo.

Además de estos dos tipos, es importante señalar que el hidrocele puede ser congénito o adquirido. La diferencia es que en el congénito los niños ya nacen con este defecto.

¿Qué síntomas pueden aparecer?

El hidrocele no siempre produce síntomas. Tal y como señalan los especialistas de la Clínica Mayo, muchas veces el único signo es la hinchazón en los testículos. La misma suele ser indolora, lisa y con poca sensibilidad.

Sin embargo, cuando el hidrocele es de un gran tamaño y produce tensión en los tejidos, puede aparecer dolor. Es frecuente que en un hidrocele comunicante, el tamaño de la hinchazón varíe a lo largo del día.

En los adultos hay molestias por el propio incremento del peso testicular. Aunque en la mayoría de los bebés sea algo transitorio y benigno, es importante consultar siempre con el médico.

¿Qué causa un hidrocele?

El hidrocele puede estar presente desde el nacimiento o adquirirse posteriormente. El congénito puede deberse a un defecto del cierre de la túnica vaginal. También al hecho de que se haya acumulado mucho líquido en ella antes del cierre.

En niños mayores, adolescentes o adultos el hidrocele adquirido puede tener múltiples causas. Por ejemplo, que se produzca una lesión (un traumatismo) o un proceso inflamatorio dentro del escroto. El principal motivo de que esto suceda son las infecciones. En concreto, las enfermedades de transmisión sexual.

Factores de riesgo

Se han identificado una serie de factores que aumentan el riesgo de padecer hidrocele. En el caso de los recién nacidos, parece que el hecho de ser prematuro es la circunstancia que más se asocia a su aparición.

Tener la probabilidad de sufrir un traumatismo genital, como ocurre en la práctica de ciertos deportes, también se considera factor de riesgo. Por ejemplo, montar a caballo. Las infecciones de transmisión sexual son determinantes en el mismo sentido.

Exámenes diagnósticos

Para poder diagnosticar un hidrocele es fundamental que el médico realice una exploración física extensa. Tendrá que comprobar si los testículos parecen inflamados o sensibles. También deberá buscar si hay demasiado líquido.

Para ello se utiliza la técnica de la transiluminación. Consiste en alumbrar el escroto con una luz potente para observar el líquido transparente alrededor.

Por otra parte, se suelen realizar análisis de sangre y de orina. Mediante estas pruebas el médico podrá deducir si existe o no infección subyacente. La ecografía es otra de las pruebas útiles y sencillas para poner de manifiesto hernias o tumores.

Tratamientos disponibles para el hidrocele

El tratamiento del hidrocele depende de la causa y de la situación del paciente. Siempre es importante que sea estudiado, ya que hay patologías de mayor gravedad que se deben descartar y que pueden cursar de forma similar.

En los niños, la mayoría de las veces no se instaura ningún abordaje concreto. Suelen desaparecer por sí solos al cabo de un año. No obstante, si transcurrido ese tiempo no se ha reabsorbido, se plantea una intervención.

Cuando el hidrocele se mantiene entre los doce y dieciocho meses de edad, se sospeche que sea comunicante. Por eso se suele recurrir a cirugía para cerrar el defecto en la pared abdominal.

La cirugía, tal y como explica una publicación de Stanford Children’s Health, recibe el nombre de hidrocelectomía. Consiste en extraer el líquido mediante una pequeña incisión en el escroto o en el abdomen.

Recuperación y pronóstico del hidrocele

El hidrocele no suele ser un problema grave ni asociarse a complicaciones serias de salud. Sin embargo, debemos tener en cuenta que en un porcentaje de personas sí puede ser peligroso. Sobre todo si asocia una hernia inguinal, una infección o un tumor.

Las infecciones y los tumores pueden afectar la fertilidad masculina. Por otra parte, es importante comentar que la recuperación tras la hidrocelectomía puede ser molesta. Muchas veces se deja colocado un catéter a través del escroto que es incómodo.

Por eso, en el caso de los adultos, hay que tratar de prevenir la aparición de esta patología. La idea es reducir al máximo el riesgo de infecciones. Por ejemplo, utilizando métodos de protección de barrera.

También se recomienda evitar los traumatismos en los testículos. Los deportes de contacto o la equitación son factores de riesgo.

Fuente: Mejor con salud

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