París, 8 ago (EFE).- Un científico cubano, otra de España y otra de Paraguay trabajan en Francia en una prometedora vacuna indirecta para la enfermedad de Lyme, que apunta contra la microbiota de las garrapatas y da la vuelta a los principios clásicos de vacunación, abriendo un mundo de posibilidades para otras enfermedades.
Con el investigador cubano Alejandro Cabezas-Cruz como líder del equipo y la paraguaya Alejandra Wu Chuang y la española Lourdes Mateos Hernández como sus principales colaboradoras, los primeros resultados con ratones, publicados recientemente, muestran una nueva vía para combatir patologías que se expanden a través de vectores de transmisión como los mosquitos o las garrapatas.
Es el caso de la enfermedad de Lyme, para la que nunca se ha encontrado una vacuna y que puede causar problemas en la piel, el sistema nervioso y vascular, entre otros.
“Puede llegar a ser bastante grave porque puede provocar algunas neuropatías”, detalla a EFE Wu Chuang, originaria de Asunción.
La desencadenan bacterias de tipo Borrelia a raíz de la mordedura de garrapatas infectadas y aunque no es tan famosa como el dengue o la malaria, sí ha acaparado titulares cuando estrellas como el cantante Justin Bieber o la modelo Bella Hadid confesaron sufrirla.
“Nosotros estamos centrados en hacer vacunas contra el vector, que en este caso es la garrapata, y lo que hemos producido son anticuerpos contra bacterias que están dentro de la microbiota de la garrapata”, explica a EFE Mateos Hernández.
Más concretamente, en vez de vacunar a los humanos o animales para que produzcan una respuesta inmune ante un patógeno, lo que proponen estos investigadores es modificar de manera indirecta las bacterias que viven dentro del vector de transmisión.
El primer paso de esta lógica es analizar las bacterias internas de la garrapata y vacunar a los sujetos del estudio, en este caso ratones, para que produzcan los anticuerpos deseados.
Cuando las garrapatas muerden a los ratones reciben los anticuerpos a través de su sangre y estos alteran la microbiota de la garrapata de forma que la bacteria que causa la enfermedad de Lyme ya no pueda colonizarla.
“Esto quiere decir que, si no puede entrar en la garrapata, la garrapata cuando se alimente de otro animal no va a transmitir la enfermedad”, precisa Mateos Hernández, originaria de Valdepeñas (Castilla-La Mancha).
UN NUEVO PARADIGMA DE VACUNACIÓN QUE SURGIÓ DE UN SUEÑO
La investigación de estos científicos, que trabajan en una unidad mixta de instituciones francesas -el Instituto Nacional para la Investigación Agronómica (Inrae), la Agencia Nacional de Seguridad Sanitaria Alimentaria, del Medioambiente y del Trabajo (Anses) y la Escuela Nacional Veterinaria de Alfort, a las afueras de París-, no solo puede ser revolucionaria para la enfermedad de Lyme, sino para muchas otras.
En vez de “inmunizar contra A para proteger contra A”, con la vacuna antimicrobiota, como la han bautizado este grupo de investigación que se autodenomina NeuroPaTick, se inmuniza “contra A, para proteger contra B”, en palabras de Cabezas-Cruz.
“Es un cambio de paradigma importante y la idea original viene en un sueño que ocurrió en 2020”, rememora el investigador cubano.
Ningún grupo científico había pensado hasta ahora en vacunar contra la microbiota de los vectores para proteger contra los patógenos que transmiten, detalla el científico, a pesar de que en los últimos 30 años hubo “mucha evidencia científica” de que las bacterias que habitan dentro son esenciales para su supervivencia y para la transmisión de patógenos.
A eso se añade que, con las vacunas clásicas, no se ha logrado erradicar las enfermedades transmitidas por vectores, como sí ha ocurrido para patologías de otros tipos, como la poliomielitis. Por ejemplo, con la mejor vacuna contra la malaria hasta la fecha, tras muchos recursos invertidos, la eficacia es inferior al 50 %.
“Las vacunas antimicrobiota son una nueva herramienta que nos permite pensar en erradicación de enfermedades transmitidas por vectores, en una coyuntura donde hay cambio climático y los cambios de temperatura asociados están exponiendo a la población europea a enfermedades que anteriormente eran exóticas”, resalta Cabezas-Cruz.
El proceso completo hasta poder usar la vacuna para la enfermedad de Lyme aún puede implicar entre 5 y 10 años de desarrollos.
Mientras, hay que mantener alta la vigilancia contra las garrapatas, que son el segundo mayor vector de transmisión de enfermedades -solo por detrás del mosquito- y cuya peligrosidad muchas veces no se tiene tan presente.
“Es como que quedan en segundo plano, pero creo que todos deberíamos tener cuidado, especialmente cuando vamos a zonas boscosas o un poco húmedas”, aconseja Wu Chuang.